/ Álvaro Navarro
Simón Bolívar visitó Lima a finales de 1823. Sus primeras impresiones decían: “… las damas son agradables y muy bonitas. Hoy se dará un baile donde las veré a todas…”. Semanas después continuaba: “Cada día estoy más encantado de Lima. Hasta ahora la he pasado muy bien con todos. Los hombres me respetan y las mujeres me aman. Todo es muy lindo. Hay muchos placeres para quienes puedan pagarlos (…). Por supuesto no me falta nada. La comida es excelente, el teatro regular, pero adornado por hermosos ojos…; carruajes, caballos, excursiones, corridas de toros, tedeum…; no falta nada, excepto dinero”1.
La descripción del Libertador parece hecha para la Lima de hoy; la ciudad sigue siendo muy agradable, la comida excelente, las gentes extremadamente amables, los limeños disfrutan de las fiestas y el baile y lo que hace falta es el dinero para disfrutarla a pleno. Si el visitante es amigo del surf o del parapente, las playas del Pacífico le darán oportunidad de practicarlos.
Pues bien, hace unos pocos días, después de varios años, regresé a Lima y encontré una ciudad nueva, hermosa, bien cuidada, pujante, mirando al futuro. Los alojamientos tradicionales están en San Isidro o Miraflores, pero esta vez fuimos a Barranco, distrito tradicional donde está el puente de los suspiros, y donde veraneaban las familias limeñas a principios del siglo 20. Desde noviembre hasta marzo ocupaban las inmensas casonas que habían construido para estos efectos, trasladándose a sus playas o a Chorrillos durante el día. Pero a finales del siglo las casonas decayeron y perdieron su encanto, yendo progresivamente a su destrucción. Sin embargo, en el año 2000 la situación del país empezó a mejorar; se dio la oportunidad de recuperar la zona y retrotraerla a su antiguo esplendor, iniciativa de aquellos que vieron la oportunidad que se ofrecía para recuperarlas.
Una de las primeras en encararlo fue Lucía de la Puente con su galería de Arte Contemporáneo (http://www.gluciadelapuente.com/). Está situada sobre el bulevar Sáenz Peña, en una inmensa casona con varias salas de exposición y una muy agradable cafetería con mesas situadas en un corredor frente al jardín, especiales para tomar el té, disfrutar de un almuerzo ligero o tomar un pisco sour.
La imponente casa esquinera sobre la Avenida San Martín fue refaccionada conservando los altos estándares de la casa original y convertida en el exquisito hotel boutique Hotel B (http://www.hotelb.pe/es), ambientado con importantes muebles y obras originales del arte contemporáneo del Perú. Para el huésped la gran decisión de cada día, luego del maravilloso desayuno, es resolver si lo abandona para salir de paseo o disfruta de sus encantos, entre ellos su restaurante con carta corta y sabores intrigantes o su bar con el mejor Gin and Tonic de Lima o su oferta de whiskies, entre los cuales brilla con honor un Glenfarclas de 40 años. En él todo funciona a la perfección.
Barranco ofrece muchas oportunidades para unas vacaciones sin necesidad de trasladarse a Lima: el Museo de Arte Contemporáneo (http://www.maclima.pe), la casa del fotógrafo Mario Testino (http://mate.pe) con sus registros gigantes de las principales modelos de occidente, y su cercanía al mar y sus playas. Y si de comer se trata, Canta Rana (Génova 101) ofrece unos ceviches inolvidables, tradicionales, sencillos, acompañados de camote y maíz cancha, o el Chung Yion (calle Unión 126) tradicional chifa de Lima; y si desea quesos, panes artesanales recién horneados, jamones, vinos y demás delicadeces camine hasta la esquina de la Grau con Martínez donde está Delifrance (http://www.delifrancelima.com), no se arrepentirá.
En próximos artículos comentaré sobre el Mercado Central de Lima y mis experiencias en tres restaurantes de Miraflores.
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Buenos Aires, octubre de 2014.
1 Simón Bolívar Tomo II, Gerhard Masur, pag 508. Instituto Colombiano de Cultura, diciembre 1980.
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