Me dieron escalofríos cuando me enteré de que, según estudios, el consumo de los conservantes en mi mantequilla de maní puede aumentar el riesgo de tumores y afectar la salud del hígado.
La pregunta es polémica, pero con tantos aditivos y conservantes que añaden a los productos que adquirimos en el supermercado, empiezo a temer que sí.
Tengo la fortuna de que gracias a mi trabajo como blogger de recetas saludables (pueden conocer más en gastroglam.co) recibo muchos obsequios, sobre todo ingredientes para cocinar. En los cinco años que llevo en esto he comprobado cómo cada vez más marcas se interesan por ofrecer alternativas sanas. Incluso he visto con agrado líneas de productos nuevas enfocadas en este mercado. Esto se debe a que cada vez los consumidores somos más conscientes de cada cosa que nos llevamos a la boca. Por lo tanto, exigimos alimentos sin procesar, sin conservantes, con menos sodio y azúcar.
Pero ¿esa respuesta de la industria alimentaria será tan buena como la pintan? Empiezo a temer que no. En días pasados recibí una ancheta muy bonita de una marca que me abstengo de mencionar, solo diré que es bastante reconocida y que más de uno de ustedes, queridos lectores, ha llevado sus productos en la compra alguna vez.
Al abrir mi regalo encontré la típica selección de galletas integrales, snacks, té, avena y hasta una mantequilla de maní: me puse muy feliz de recibirla porque la que consumo estaba a punto de acabarse.
Ahí fue donde vino la desilusión. Volteé el frasco para ver la lista de ingredientes que habitualmente se lee en la etiqueta. Lo ideal es que no fuera más que maní y sal, pero esta opción además tenía unos antioxidantes llamados BHT (Butil Hidroxi Tolueno) y BHA (Butil Hidroxi Arisol). Mostré la lista de ingredientes en mi Instagram (@gastroglam) destacando que esta mantequilla de maní no tenía azúcar añadida y alguien respondió: “¿Te preocupa el azúcar? El BHT y el BHA son cancerígenos”. Le pedí al usuario, que resultó siendo un estudiante de ingeniería ambiental, que me explicara un poco más. Me dieron escalofríos cuando me indicó que, según estudios, el consumo de los mencionados conservantes puede aumentar el riesgo de tumores y afectar la salud del hígado.
Más susto me dio pensar que estos son solo dos de los aditivos que usa la industria de alimentos. Nos alertan en la etiqueta, sí, pero rara vez sabemos su propósito, y peor aún, los efectos secundarios que puede acarrear su consumo.
La industria de alimentos persiste en usar estos aditivos y conservantes aduciendo que el consumo es tan mínimo que no impacta la salud. Sin embargo, vemos que cada vez nos enfermamos más. Ahí es donde pienso que tal vez podríamos entender la razón si solo volteáramos el envase y leyéramos la etiqueta.