Impactado por el atentado contra la Escuela de Policía. Todo acto terrorista desata miedo e independiente del tamaño del enemigo, nos sentimos frágiles. Estoy leyendo 21 lecciones para el siglo XXI de Y. N. Harari y tiene una lección sobre terrorismo con reflexiones que comparto. Epígrafe: “…la humanidad puede dar la talla si mantenemos nuestros temores bajo control y somos un poco más humildes respecto a nuestras opiniones”.
“Los terroristas son maestros en el control de las mentes. Matan a muy pocas personas, pero aun así consiguen aterrorizar a millones y sacudir estructuras políticas… Desde el 11S-2001, los terroristas han matado anualmente 25.000 personas en todo el mundo, la mayoría en Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria. En comparación, los accidentes de tráfico matan cada año a 80.000 europeos, 40.000 estadounidenses, 270.000 chinos y 1,25 millones en el mundo. La diabetes es causa de muerte de 3,5 millones de personas al año y la contaminación atmosférica mata 7 millones al año”1. ¿Por qué tememos más al terrorismo que al azúcar? ¿Por qué no trabajamos más en la modificación de los hábitos de vida y de los intereses egoístas para reducir la mortalidad? La respuesta a estas preguntas está atravesada por oscuros intereses y toca las fibras de la egolatría humana.
“En el terrorismo el miedo es el argumento principal y existe una gran desproporción entre la fuerza real del terrorista y el miedo que consigue inspirar”. Y aunque no es fácil cambiar una situación política mediante la violencia “los terroristas esperan que aunque apenas pueden hacer mella en el poder material del enemigo, el miedo y la confusión provoquen un uso incorrecto de la fuerza. Los terroristas calculan que cuando el enemigo enfurecido usa su poder contra ellos, generará una tormenta militar y política más violenta que la provocada por ellos. Los terroristas son tan débiles que no pueden librar una guerra y optan por generar un espectáculo teatral para provocar al enemigo. Los terroristas montan un espectáculo aterrador que se apodera de nuestra imaginación y se vuelve contra nosotros” y todos tememos por la vida. “Para apaciguar ese temor, los gobiernos reaccionan con un espectáculo de seguridad que también socava nuestra seguridad y genera más miedo. Los terroristas no piensan como generales, sino como productores teatrales”. No podemos reaccionar con histeria colectiva y teatro. El teatro no tiene éxito sin publicidad y los medios de comunicación ofrecen esta publicidad. No dejemos que el terror cautive nuestra imaginación y penetre nuestra alma. “Es nuestro propio terror interior lo que hace que los medios se obsesionen con el terrorismo y los gobiernos reaccionen así. Si liberamos nuestra imaginación de los terroristas y reaccionamos de manera equilibrada y fría, el terrorismo fracasará”.2
“Nada como las dificultades y las tragedias para descubrir la solidaridad escondida de los seres humanos. En los momentos en que se revela nuestra fragilidad, comprendemos cuánto necesitamos de los otros y vemos surgir nuestra generosidad” (W. Ospina). La solidaridad es un camino. El otro está en las preguntas profundas sobre nuestra humana condición. “Me niego a someterme al miedo que aleja la alegría de mi libertad” (R. Steiner).
1. Datos de la OMS citados por Harari en su libro.
2. Y.N. Harari. 21 lecciones para el siglo xxi. oct. 2018.