Un acercamiento a la mirada integral de la Antropología Antroposófica: el ser humano en sus tres dimensiones, cuerpo, alma y espíritu.
Terminamos recién el primer módulo del segundo ciclo de formación de posgrado en Medicina Antroposófica. Una intensa experiencia, con el reto de la virtualidad, donde 150 personas de 12 países nos encontramos para profundizar en este camino de la medicina de lo humano. La medicina del futuro necesita recuperar una visión íntegra del ser humano. Cuando hablamos de Medicina Antroposófica estamos incluyendo de manera profunda al ser humano. Antroposofía es la sabiduría o conocimiento profundo del ser humano, y en la palabra griega antropos está la esencia de lo que significa ser humano.
La antropología antroposófica destaca tres capacidades que nos separan de los animales y que son expresión de nuestro Yo, de la individualidad humana: la capacidad de erguirse y andar en dos miembros, la facultad del lenguaje y la capacidad de pensar. Estas tres capacidades: andar, hablar y pensar son actividades en las que el alma humana, guiada por el yo individual, se hace preguntas y se relaciona con el mundo.
Este modelo concibe al ser humano en tres niveles básicos, que son: *el cuerpo, que ocupa espacio y que podemos percibir con los sentidos; *el alma, esa parte del ser humano que lo relaciona con el mundo, le permite entrar y sacar el aire e interiorizar y exteriorizar el mundo; y el *espíritu humano, esa individualidad que se hace preguntas, que tiene un destino, que se yergue, habla y piensa.
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En este orden de ideas, los procesos de curación abarcan tres niveles: en el nivel físico corporal, se trata del equilibrio de lo orgánico: curar. En este aspecto, la medicina científica occidental tiene grandes capacidades para resolver las enfermedades agudas, los traumas, los accidentes, las urgencias por disfunción de lo corporal.
En el nivel anímico, la sanación implica un proceso de maduración. El alma humana madura y crece en todo proceso de enfermedad. Y en el nivel espiritual, la sanación conlleva un proceso de desarrollo. El espíritu humano, ese núcleo esencial y eterno, nunca enferma y solo se ve separado en algunos procesos de enfermedad. Pero después de toda enfermedad hay evolución interna. Hay transformación.
No miramos la enfermedad como el enemigo a vencer, sino como una oportunidad. R. Steiner e Ita Wegman se preguntan en el capítulo 2 de Fundamentos para una ampliación del arte de curar: ¿Por qué enferma el ser humano? Y nos plantean que la enfermedad no es proceso natural, como sí lo es la salud. La enfermedad aparece como un despertador de la conciencia humana, como una necesidad de observar los procesos vitales, la vida de relación y los ritmos. Y destacan la profunda relación entre la enfermedad y la vida emocional del ser humano. Las situaciones anímicas no resueltas en el plano de la conciencia suelen trasladarse al plano orgánico.
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