/ Jorge Vega Bravo
La palabra cultura tiene múltiples acepciones. Captemos algo de su etimología: culto es el participio pasado del verbo latino colere y tiene varios significados relacionados con actividades que nos hacen más humanos. Colere significa cultivar, proteger, habitar, honrar. ‘Honrar con adoración’ se convirtió en culto.‘Habitar un lugar’ se convirtió en colono. ‘Cultivar la tierra’ se conservó, como en agricultura. Mientras que ‘lo que brota del ser humano’ se convirtió en cultura. Las actividades culturales son un aspecto esencial de la vida humana. Sin educación y cultura la conciencia humana no evoluciona. La ciudad de Medellín se constituye en estos meses en un verdadero epicentro de la cultura en varios campos: habitamos un lugar, donde es posible cultivar, honrar y proteger el espíritu.
En Vivir en El Poblado se han reseñado los eventos desarrollados en la ciudad, como el 11º. Festival de Cine Colombiano, la 9ª. Fiesta de las artes escénicas, el VI Festival Internacional de Música de Medellín, el 17º. Festival Internacional MedeJazz. El 5 de Septiembre se inauguró el 43º. Salón (inter) Nacional de Artistas que permanecerá abierto hasta el 3 de Noviembre. Y el 13 de Septiembre se inaugura la 7ª. Fiesta del Libro y la Cultura, con el tema “la ciudad y los escritores”. También habrá Ópera este mes y exposiciones de artes plásticas como “Gloria y Dinero” y “Acá-Allá” en varias salas de arte de la ciudad.
Estamos frente a eventos que abarcan la música, el teatro, el cine, las artes plásticas y la literatura y que sin duda suben el nivel cultural y espiritual de una ciudad que aún tiene muchos conflictos, que sigue siendo desigual, pero que lucha desde los ámbitos público y privado para brindar actividades que operan como un bálsamo para el dolor y la dificultad. El maestro Alberto Correa dice, a propósito del Festival de Música de Medellín, que “es una fiesta total, en la que durante dos semanas nos dedicamos a cultivar el espíritu, a gozar con el arte”. Verdadero gozo en el alma nos produjo el concierto “El Arte de la Fuga”, de J. S. Bach, presentado por un selecto grupo de músicos locales y foráneos bajo la fresca y magistral dirección del austríaco Tudor Saveanu. Este insigne arquitecto, matemático y músico logró descifrar el código con el que Bach construyó esta monumental obra y completó lo que el compositor dejó inconcluso por su muerte. Fuimos testigos de una obra maravillosa recreada de manera fresca y moderna. Estar sentados en la Casa Teatro El Poblado, junto a un público heterogéneo, con muchos jóvenes en la sala y en el escenario, nos permitió recuperar la esperanza. Al salir del concierto un espectador decía en voz alta y con cierto desparpajo: “Es increíble que esto esté pasando en esta Medellín, donde otra vez se palpan la inseguridad y la violencia…”
Las actividades artísticas y culturales tienen un profundo efecto higiénico y armonizante para el ser humano. Como decía Tomás de Aquino, “la salud es menos una condición y más un estado interior que mejora con la alegría de vivir”.
[email protected]