Cientos de personas manifiestan en sus redes sociales que no quieren volver a la cotidianidad después del confinamiento. ¿Por qué?
Ana Luisa Calle se levanta todas las mañanas a las 6. Se arregla para el teletrabajo, no sin antes haber hecho su desayuno: pancakes de avena, fruta picada, entre otras cosas. “Tengo tiempo para mí, no sé qué vaya a pasar cuando tenga que volver a la oficina”.
Antes del confinamiento, ella tenía que estar en su oficina en el Alto de Las Palmas a las 7 a.m. “Si hay que volver, digo que entro a las 8 a.m.”.
El sicólogo Juan Diego Tobón relaciona el fenómeno que viven centenares de personas en todo el mundo con el llamado Síndrome de La Cabaña, pero en connotaciones diferentes, pues en sus principios, este habla del miedo a salir a la calle y lo que encontraron muchos no es temor (aunque el coronavirus es una amenaza presente), sino comodidad de estar en el hogar.
“Antes de la pandemia, salir significaba no tener un minuto para uno mismo”, explica la sicóloga Clara Vélez. “Encontramos la posibilidad de vivir despacio, de conectarnos, siempre y cuando el hogar ofrezca garantías de seguridad”, dice la experta.
Desde cierto privilegio, muchas personas han descubierto que el teletrabajo es posible y que, además, significa mejoras en la calidad de vida. Según Visual Capitalist, el 98 % de los estadounidenses quisiera seguir trabajando en casa. Esto basado en los horarios flexibles, en la posibilidad de trabajar desde cualquier sitio, en que no hay que gastar tiempo en transporte, en que se puede pasar más tiempo en familia y en que se puede trabajar desde la casa.
Juan Diego Tobón explica que el ser humano normaliza aquello que es anormal, “lo convertimos en algo cotidiano”. Como en muchas otros sectores, la COVID-19 lo que hizo fue acelerar procesos de transformación, de traer cotidianidades necesarias, pero cuya implementación sería más lenta: “la cuarta revolución industrial, por ejemplo, ve el teletrabajo como algo normal”, dice Tobón. Es decir, esta modalidad laboral que hace tres meses era impensable en muchas organizaciones hoy es la realidad, tanto que empresas como Facebook o Google no volverán a sus oficinas, por lo menos en 2020. “La vida cambió, y nosotros con ella”, concluye Tobón.
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