Unas vallas limitan el acceso a la Plaza Botero y el Parque Lleras; unos policías deciden quién entra y quién no. Detrás de las vallas y a sus alrededores, vendedores ambulantes, trabajadoras sexuales, ciudadanos variopintos se aglomeran, ven el espacio que antes habitaban. Un espacio público deja de ser tan público por la intervención de la Alcaldía.
La administración bautizó a estos cerramientos como “abrazos”. Dice que en solo una semana aumentó el comercio en el Lleras entre un 25 % y 35 %; que en poco más de tres meses disminuyeron en un 95 % los delitos en la Plaza Botero.
El Museo de Antioquia cuenta que desde la implementación del “abrazo” disminuyeron las visitas de habitantes de estratos 1, 2 y 3. Los vendedores ambulantes se quejan de la caída de sus ventas. Un segundo camino, organización para trabajadoras sexuales en Medellín, advierte que más de mil de ellas se van a desplazar a lugares aledaños en El Poblado al no poder ingresar al Lleras.
¿Qué implica limitar el acceso a espacios públicos?
¿Qué ciudad nos pensamos?
Para Alejandro Echeverrí, cofundador y consultor de Urbam, Centro de Estudios Urbanos y Ambientales de la Universidad de EAFIT, y director de la EDU del 2004 al 2008, los cerramientos son un retroceso al proceso que viene desarrollando Medellín hace 25 años: “Medellín ha construido una estrategia, y no estamos hablando solo de un gobierno, sino de tres o cuatro gobiernos, donde se concibe que los procesos y espacios públicos son abiertos, que hay una vocación de generar una ciudad incluyente, diversa”.
100 vallas, 25 cámaras y 6 puntos de acceso regulados por la policía cercan el Parque Lleras.
Algunos de estos proyectos son las UVA, los parques biblioteca, los metrocables, el Jardín Botánico, incluso la Plaza Botero. Los cerramientos, en contraste, vienen a ser “un maquillaje donde efectivamente puedo tener una cuadra controlada, pero entonces todo el sector de Provenza sigue deteriorado”, comenta Alejandro.
La ciudad para quién
El acceso limitado en el Parque Lleras y la Plaza Botero implica, para Luis Fernando González, doctor en Estudios Urbanos y Territoriales y director de la Escuela de Hábitat de la Universidad Nacional sede Medellín, “que en ningún momento ese espacio o esas intervenciones están pensadas para que el habitante esté allí, porque el ladrón es el habitante de Medellín,la prostituta es habitante de Medellín”.
11.000 personas
aproximadamente, de estratos 1,2 y 3, dejaron de visitar el Museo de Antioquia el presente año. La disminución se dio con corte de mayo del 2022 y 2023.
La segregación que viven trabajadoras sexuales, venteros informales, entre otros, responde a que “hay una estigmatización de grupos sociales y exclusión de grupos sociales. Parte de eso es alejarlos de unos entornos para no perjudicar la imagen urbana”, anota Luis Fernando. Además, comenta que dichas segregaciones no son nuevas en la ciudad: “La diferencia son esos enormes dispositivos de control y la intencionalidad de hacerlo para el turismo”.
Necesidad de una política pública
La inseguridad, la prostitución, el trabajo informal e infantil siguen existiendo fuera de las vallas del Parque Lleras y la Plaza Botero. Alejandro Echeverri ejemplifica lo incongruente de la medida: “Pensar que las ciclovías, que son estos parques públicos temporales que se hacen los fines de semana en algunas de las vías más importantes de la ciudad, las vas a cerrar porque hubo un problema, seguramente de un atraco, es impedir el acceso de diferentes ciudadanos”.
UN MAQUILLAJE DONDE EFECTIVAMENTE PUEDO TENER UNA CUADRA CONTROLADA, PERO ENTONCES TODO EL SECTOR DE PROVENZA SIGUE DETERIORADO”
Alejandro Echeverri, cofundador de Urbam y director del EDU del 2004 al 2008.
Para ambos expertos los cerramientos demuestran que la administración no es capaz de solucionar dichas problemáticas; son reflejo del abandono institucional en que se encuentran el Parque Lleras y la Plaza Botero. Coinciden en que la ciudad necesita de políticas públicas a mediano y largo plazo que apunten a solucionar las problemáticas que las vallas pretenden ocultar.