Además de las delicias que probé, me encantaron las charlas y conferencias: 92 experiencias de vinos, cervezas, café y maridaje con expertos de América Latina y Europa dispuestos a compartir su conocimiento
/ Juan Pablo Tettay
De Maridaje van siete ediciones. Cada año introducen novedades, hacen cambios, quitan cosas y ponen otras. Caras vienen y caras van. La gente, cada vez más, llega a Plaza Mayor a disfrutar de las bebidas y las comidas. Unos van por inercia y por moda. Otros porque de verdad quieren descubrir cosas nuevas. Yo voy por gusto y pasión, porque me encanta descubrir pequeños tesoros que luego sé que puedo encontrar en otros lugares de la ciudad. Delicias, por ejemplo, como los brownies de cerveza de Sucréz Saléz o el cheese cake de té matcha de Magola. También los dulces típicos de Panelitas Mi Fortuna o unos deliciosos chorizos ahumados que llegan desde San Sebastián de Palmitas. Y claro, la lista puede seguir creciendo con los waffles de Monsieur Waffle, la mousse de champaña de Quiai, la cerveza de café del Laboratorio de Café o la hamburguesa de búfalo de Km Zero.
Este año, más allá de esas delicias que probé, algo que me encantó fue la fuerza en la programación de charlas y conferencias. Conté un total de 92 experiencias en seis escenarios distribuidos por todo Plaza Mayor. Los visitantes interesados en aprender realmente de vinos, cervezas, café y maridaje encontraron presencia de expertos de América Latina y Europa dispuestos a compartir su conocimiento.
Con OI-Peldar aprendimos a catar cerveza, a conocer un poco más de su elaboración, a distinguir colores, matices y sabores. Aprendimos de las notas a chocolate de una cerveza negra y de las flores en una cerveza roja. Entendimos qué es el lúpulo y qué es la malta.
El Éxito y los distribuidores de vinos nos regalaron excelentes catas con expertos de Argentina, Chile, España, Italia y Colombia. Allí, el más inexperto pudo acercarse de forma amigable al mundo del vino y los más conocedores, descubrir nuevas marcas, experiencias y tendencias. Además, invitaron a cocineros de la ciudad para que nos entregaran un poco de su conocimiento.
En el Salón del Café, organizado por la Cámara de Comercio, hubo espacio para aprender del perfecto matrimonio que hay entre esta bebida y el chocolate. Catas, métodos de preparación, perfiles de taza y más pudimos conocer de la mano de expertos baristas. Decenas de caficultores nos contaron sus historias alrededor del café y pudimos apreciar el delicioso artelatte.
La Nacional de Chocolates y su chocolate Cordillera nos dieron a degustar deliciosas preparaciones de repostería y, junto con Andrés Bakery, nos dejaron ver que el maridaje de chocolate, productos de panadería y cerveza es una combinación que sabe a gloria: prueben, por ejemplo, un pan brioche con chocolate blanco y una cerveza rubia.
Bien porque este año Maridaje le apostó a la formación del público, porque, además de la fiesta, fue consciente de que este es el espacio por excelencia para entregar información que, de verdad, nos deje hablar de Medellín como una ciudad gastronómica. Mi deseo, que esta idea no muera y que cada vez, estas charlas, clases y conferencias sigan estando más presentes.
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