Obras públicas que solo aseguran caos y abren la posibilidad de desgreño y corrupción

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En infraestructura hay proliferación de hechos creados que vencen al ciudadano, porque al final no sabe qué hacer, ni quién falla, ni quién resuelve, ni a quién preguntar, ni quién responde
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El deseo frecuente de Medellín de compararse con otras ciudades, tal vez le permita generar una alerta (¿temprana?). La historia reciente del mal desarrollo de algunas obras públicas en Bogotá puede ser un buen ejercicio para este concurso. El caos, el desgreño y la corrupción no se evidencian desde el principio. En Bogotá se explicaba de manera simple que muchas obras desarrolladas en simultánea son muy difíciles de controlar. Resultado final: caos en la ciudad, deterioro de calidad de vida, atrasos, grandes pérdidas, incumplimiento de contratistas, obras deficientes, anticipos sin control y corrupción ya comprobada por la justicia. ¿Un análisis inicial inocente? puede ser ¿Un final predecible? También.

¿Tan solo hay problemas en el derrame que recibió el ciudadano? ¿Solo en la ejecución de las obras? No.

Hay señales que preocupan desde las etapas que no son de dominio público. ¿Cómo se priorizan y seleccionan las obras que requiere la ciudad? Obliga la ley de contratación a disponer de planeación y soportes debidos. Por lo menos para El Poblado parece que no están. Desde el Comité de Valorización, han solicitado dicha información con resultado infructuoso.

Explican que buena parte de las debilidades en estas obras se deben a que Fonvalmed tiene como función esencial la estructuración del derrame y el control de los recursos, pero con 23 obras decretadas y con fechas de inicio definidas, sin asomo de otras dependencias, le crearon el hecho de manejar todo el proceso. Lo dijo Luis Alberto García a Vivir en El Poblado, lo dijo al principio César Giraldo. Les dieron una responsabilidad apabullante sin respaldo debido y tuvieron que asumir roles de otras dependencias o entidades. Por orden del Alcalde Federico Gutiérrez ya han devuelto funciones a quienes corresponde. Infraestructura, por ejemplo, responde por la ejecución.

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¿Y las cesiones? En Los Balsos con la Inferior fue una sabia decisión, dicen. Quien recibió quedó limitado por cuantía adicional, en medio camino de las obras. La solución: firmar un contrato con la Universidad de Medellín y con ese informe preliminar la EDU contrató de manera directa y dentro de la ley, con Integral y con Conconcreto.

En obras iniciadas en Los Parra y Los González, el contratista quiere ceder los trabajos, la causa que se conoce es que prefiere atender otros contratos, que no tiene recursos suficientes. ¿Se exigió y controló la capacidad de contratación? ¿Cómo acuerdan los contratistas las cesiones? ¿Será entonces un mal contratista el que termine por decidir a quién adjudicar? ¿O se terminarán las obras con adjudicación directa?

Mientras tanto, las veedurías y muchos vecinos de las obras que con trabajo voluntario y esforzado tratan de acercarse y prevenir problemas, no encuentran eco. ¿Los organismos de control? ¿Solo ejercen control posterior ante esta serie de problemas en el camino? Proliferación de hechos creados que vencen al ciudadano, porque al final no sabe qué hacer, ni quién falla, ni quién resuelve, ni a quién preguntar, ni quién responde.

¿Estamos aprendiendo lo que no se debe? Los ejemplos abundan.

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