María Adelaida Escobar Uribe es comunicadora Social, trabajó 22 años en televisión y luego pasó a la empresa privada. Pero esté donde esté, siempre ha dedicaba tiempo a los más vulnerables. Y desde hace poco más de un mes creó su propio emprendimiento, Corazón Contento, “para dar amor a través de la entrega de alimentos”.
Póngase en situación. Son las 12 del día y el sol y el calor son inclementes. Usted está parado en un semáforo, vendiendo confites… Salió de su casa a las cuatro de la mañana, sin desayunar. De pronto, un carro se detiene. Una mujer se baja, se acerca a usted, lo mira a los ojos y le dice: “mira, esto lo preparamos para ti con mucho amor…” y le entrega una cajita con un almuerzo completo. “Me han dicho ángel de todas las maneras”.
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María Adelaida Escobar Uribe es la gestora de esta iniciativa, Corazón Contento, que entrega almuerzos en los semáforos, a gente que trabaja en la calle –por ejemplo, las escobitas- y en algunas fundaciones de niños y adultos mayores. “Mi gran pasión toda la vida ha sido cocinar. A mi abuelita le encantaba, y me acuerdo que durante las vacaciones yo me iba a cocinar con ella. Y yo hacía unas panelitas de coco que tenían un sabor que se ha quedado toda la vida conmigo. Para mí la cocina tiene un significado absolutamente amoroso, absolutamente especial y absolutamente mágico, porque es un espacio donde yo descubro que es mi manera de dar amor a los seres que tengo al lado”.
Amor, corazón, solidaridad, empatía son palabras que María Adelaida lleva en su ADN.
María Adelaida es comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana. Su primer trabajo como profesional fue en televisión regional haciendo un programa que se llamaba Tele-menú: “Estoy hablando de hace 30 años”. Después hizo De boca en boca, y ahí empezó su recorrido por televisión. Luego fue directora y presentadora de programas infantiles, juveniles y familiares, para Comfama. “En estos días me estaba acordando que yo hacía un programa que se llamaba Con todo el corazón. Mira qué ahora es corazón contento… Todo lo mío está vinculado con las cosas que salen del corazón, del alma. Tengo recuerdos muy hermosos de ese programa, porque era un espacio que hacíamos en el barrio Aranjuez, con Gonzalo Velásquez, en vivo. Tratábamos temas de salud, de educación y en general temas de interés para la familia”.
Un poco cansada tras 22 años de hacer televisión, decidió explorar otras cosas. Y pasó a la organización de eventos empresariales, institucionales… en una empresa privada de Medellín.
Pero antes de eso, dos eventos muy dolorosos, en 2010 y 2011, la rompieron física y emocionalmente. “En un momento, decidí asumir mi vida de una manera diferente, lo que significaba plantearme y replantearme muchas cosas. Entonces empecé a construir una María Adelaida distinta. Y eso es lo que he estado haciendo. Hoy me miro en el espejo y me encanta lo que veo, lo que soy y lo que estoy haciendo”.
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Pero, además, es voluntaria desde hace cuatro años en la Fundación Nacional de Trasplantados, donde hace Conversaciones de corazón: “entrevistas con gente que nos permite conocer su vida porque es valiosa, porque vale la pena ser contada”. Las conversaciones pasan el primer martes de cada mes, por Instagram.
Apoya, desde hace muchos años Antorchas de vida, una fundación que es una especie de hogar de paso para niños en situación de vulnerabilidad. Y desde hace cuatro o cinco años venía colaborando en comedores comunitarios, como cocinera. El último, el de “Jesús, el pobre”, se cerró cuando empezó el confinamiento por la pandemia, en marzo de 2020. “El dolor por el cierre de ese comedor fue inmenso. ¿Qué iba a pasar con las personitas que atendíamos allí?” Pues que cerrada la casa, se acabaron los anfitriones: María Adelaida y su equipo; y los comensales, casi todos habitantes de calle.
Corazón contento
Este último emprendimiento de María Adelaida surgió del negocio de repostería de sus hijas. Como al principio las tortas se les dañaban, a una de las chicas se le ocurrió que como los restos no se podían botar, los metieran en cajitas y las repartieran. Luego, cuando empezaron con los alfajores, lo que sobraba eran las claras, así que a María Adelaida se le ocurrió preparar huevos revueltos con arroz y salchichas, y repartirlos en los semáforos… y empezó a convocar a sus familiares y amigos a través de las redes. “Qué es esta hermosura, qué tan lindo lo que pasa. Que me den plata mis amigos, mi familia, la gente que me conoce, no es novedad… pero es que a mí me llegan donaciones de gente que no tengo ni idea quién es, gente que no sabe quién soy yo… Pero también hay gente que me dice, Maria (así con acento en la primera a) no sé cómo ayudarte, pero sí tengo cómo contar lo que estás haciendo. Y yo le mando las piezas publicitarias para que lo divulguen en sus redes”.
El nombre de esta actividad se lo ayudó a encontrar una amiga –Caro Cardona-. En una conversación sobre desesperanza, proyectos de vida y muchos otros, Caro se ofreció a hacerle el logo, pero no había qué nombrar. Empezaron a jugar con posibles nombres, hasta que llegaron a “barriga llena, corazón contento”. Sí, corazón contento. Caro le diseñó el logo, y “ella es la me hace todas las piezas para internet”.
Desde ese día que nació Corazón Contento ha pasado más o menos un mes. Y en este primer mes, Corazón Contento ha repartido 1.200 almuerzos. Para lograrlo ha contado con diversas ayudas: hay algunos grupitos familiares, incluido el que ella forma con su marido y dos hijas, que compran, cocina y reparten con dinero que ella les da. Hay otras personas que van solas o acompañan a otros voluntarios a entregar almuerzos en sitios difíciles de la ciudad. Además, cuenta con los aportes en dinero o especias, de amigos, familia e incluso desconocidos.
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Sin embargo, lo que ella quisiera es volver a un comedor comunitario, como el de “Jesús, el pobre”, donde poder atender a todos los asistieran; donde ella planeaba el menú, hacía la compra y cocinaba, y algunas amigas la acompañaban pelando papas, zanahorias, cebollas, preparando el jugo, y luego todas servían en los platos y luego a los comensales. Mientras eso se hace realidad, el equipazo de Corazón Contento seguirá entregando amor en cajas con almuerzos, por sitios de Medellín. Y recibiendo todo lo que la gente le quiera aportar.
Amor, corazón, solidaridad, empatía son palabras que María Adelaida lleva en su ADN, y que deja huella allí por donde pasa…