Aclaro: no son marines, ni buscadores de oro, me refiero a los muy famosos vinos de aquella hermosa y próspera región del coloso del norte. Tampoco estoy dando una primicia, pues desde hace más de dos años se viene comentando en los medios especializados sobre la bienvenida al mercado colombiano de los vinos de los valles de Napa y Somona. Estoy tratando el tema, gracias a una cordial y conspicua invitación que recibí a principios de esta semana por parte de la Oficina de Asuntos Agrícolas de la Embajada Norteamericana, para asistir a la Cata y Maridaje de Vinos Estadounidenses, la cual tuvo lugar en el Hotel Intercontinental en donde me encontré haciendo parte de un selecto grupo de expertos invitados (la mayoría importadores de vinos) quienes literalmente disfrutamos de una amena disertación por parte del reconocido enólogo Mario Puchulu, así como de una deliciosa y planeada propuesta en lo culinario (léase maridaje) por parte de la cocina del hotel.
Envidio sobremanera a aquellas personas que poseen un auténtico conocimiento sobre el vino y más aún a quienes disertan públicamente con autoridad sobre la materia. De la misma manera que sostengo que no soy chef profesional –jamás me he ufanado de serlo– sostengo que mi conocimiento sobre vinos es relativamente escaso, mejor dicho, de vinos sé exactamente lo que sé de carros… conozco los mejores, aunque jamás los haya manejado. Reitero: reconozco los buenos vinos, pero me abstengo de hacer comentarios. Así las cosas, para entender mejor mi titulación ¡Llegaron los Californianos! permítaseme recomendarles la lectura de mi amigo y colega Hugo Sabogal, en El Espectador, cuya crónica del 14 de mayo del 2011 nos informa lo siguiente: “Porque un hecho es cierto: la armada californiana ha comenzado a prepararse para desembarcar en nuestras costas, y sólo se encuentra a la espera de que el Acuerdo de Libre Comercio entre los gobiernos de Colombia y Estados Unidos entre en vigencia. Con sus 38 millones de habitantes, California es el más populoso estado de la nación y el tercero en extensión, después de Alaska y Texas. Si California fuera un país, sería el cuarto productor mundial de vino, después de Italia, Francia y España. Además, contabiliza cerca de 3.000 bodegas registradas y un nada despreciable ejército de 4.600 viticultores. A simple vista, posee el doble de emprendimientos que Argentina (quinto productor mundial) y 20 veces más que Chile.
Considero que la única manera de llegar a un buen conocimiento enológico es catando diariamente. En nuestro medio existen personas que son expertas catadoras, pues por edad, por patrimonio y por experiencia viajera ya acumulan la trilogía de requerimientos básicos que el asunto exige. Es un hecho que desde hace años, con esta revolución comercial del vino en nuestro medio, quien más favorecida ha salido es la clientela de nuestros restaurantes, pues la oferta de la cual hoy goza es verdaderamente enriquecedora. Faltaban los californianos y ya llegaron. Estábamos advertidos, y por eso algunos importadores antioqueños como DLK Importaciones, Doble Vía, Global Wine and Spirits Club del Vino y John Restrepo y Cia se han puesto las pilas, razón por la cual aquella noche disfrutamos de ½ docena de tintos que pisan duro… todos excelentes.
Como un gesto de sincero agradecimiento con mis anfitriones, a partir de hoy comentaré entre mis colegas (propietarios de restaurantes), sobre las auténticas bondades y virtudes de estos caldos californianos; en lo que a mí respecta, desde hoy les otorgo visa de entrada en mi restaurante y haré campaña politicoetílica para que estos vinos lleguen a las mesas de la mayor parte del gremio.
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