Ariel Levy, Giovanni Quessep, Efraín Villanueva, Pablo Montoya, Javier Marías y Ricardo Silva Romero, presentes en la recomendación mensual de Vivir en El Poblado.
Los lectores somos animales omnívoros. Devoramos lo que se ponga ante nuestros ojos. Burro adelante patea, yo, por ejemplo, leo con fascinación las etiquetas de la salsa de tomate y me trago sin impaciencia las instrucciones de los electrodomésticos. Los manuales del carro o la letra menuda de las facturas de servicios públicos y los artículos de Vogue o los panfletos de millennials en tránsito de elección popular. Leo lo que puedo y puedo con lo que leo. Porque la palabra escrita me domina. Ese es mi pergamino para atreverme a recomendarles aquí las lecturas que ahora recomiendo. He dicho.
Mujeres libres… y punto
Ariel Levy cumple 45 años en octubre, escribe a punta de llamaradas y es feminista. En su página web www.ariellevy.net cuenta que después de graduarse en la Wesleyan University, trabajó para Planned Parenthood (el mayor proveedor de servicios de salud reproductivos en Estados Unidos, incluyendo abortos), pero la despidieron a la semana por ser una pésima mecanógrafa. Al poco tiempo fue contratada por New York Magazine… como mecanógrafa. Escribió allí durante doce años y en 2008 se convirtió en redactora de The New Yorker.
Rey Naranjo Editores acaba de publicar Vivir sin reglas (The Rules Do Not Apply, 216 páginas), sus memorias más íntimas para tratar de dar respuesta a la pregunta sempiterna de “¿qué es ser mujer?”. Aunque buscó el éxito femenino tradicional (matrimonio, maternidad, ama de casa, divorcio), escapó a tiempo y ha sabido vivir su vida con inteligencia, honestidad, modestia y sin reglas. ¡Ariel, Ariel, Ariel!
Voyeristas fuimos, somos y seremos
En cuestión de poquísimos años, la obra de Pablo Montoya pasó de marginal y casi desconocida a revelarse como lo que es: ejemplo de pasión y método, paradigma de talento y oficio. Tríptico de la infamia (premios Rómulo Gallego 2015 y Casa de las Américas 2017) nos deslumbró con su estilo fino y erudito. La escuela de música (2018) nos conquistó de principio a fin: humor y mordacidad más ternura y compasión por los sordos de este mundo “lleno de duras razones”.
Ahora, febrero de 2019, Literatura Random House reedita su primera novela, La sed del ojo (240 páginas y 44 fotografías), un irresistible manantial erótico, lubricado (sic) de poesía y sagacidad narrativa. Muchos (y muchas) quedarán encandilados (y encandiladas) con esta mezcla. ¿Le caerá la censura? ¿Superará los temores o las angustias de los mojigatos? ¿Regocijará a los libertinos? Yo creo que sí. De los dioses antiguos, el más invicto es Eros o Cupido. ¡Aleluya!
El que escribe cuentos vivirá para siempre
Efraín Villanueva vive en Alemania, estudió en Iowa y nació en Barranquilla. Un mestizaje de carnaval. Con Guía para buscar lo que no has perdido (Editorial UIS, Bucaramanga, febrero de 2019, 127 páginas) ganó hace poco el XIV Concurso Nacional de Libro de Cuentos Universidad Industrial de Santander, toda una cosmogonía de remembranzas, búsquedas o encuentros, días de colegio, luces que no dejan ver, calles arborizadas, mesas de trabajo, plenitudes, fantasmas y gente común y corriente, “gentecita del montón”, como la llamó Roberto Rubiano Vargas, uno de los mejores cuentistas de este país de cuentistas.
A mí me ha parecido que escribir cuentos es lo más berraco de este mundo. Tienes que ser conciso, sagaz, oportuno, “bisojo y medio cínico, cuá, cuá”. Además, debes tomarte en serio lo que escribes, aunque al resto del mundo le importe un comino. Esta Guía son ocho cuentos redonditos y bien escritos, presagio de lo que, si Efraín persevera en el empeño y en la pasión, llegará a ser una gran obra literaria. ¡Bravísimo!
“Alguien se salva por escuchar al ruiseñor”
¿Se puede vivir sin (leer) poesía? No. Sí. Quién quita. Para mí es imposible. Y no me justifico con teorías literarias o grandilocuentes lisonjas. Leo poesía porque el cuerpo me lo pide. Casi toda en español, qué vaina. Poetas mil.
La Editorial Universidad de Antioquia sacó en agosto de 2018 una antología de poemas de Giovanni Quessep (Érase mi alma, segunda edición, 244 páginas, selección y prólogo de Santiago Mutis Durán) que corrobora a cabalidad la ya clásica definición de Raúl Henao: “El poeta / ese hombrecito sudoroso que corre / tras la gente / para soplarle fuego al oído”. En la punta del iceberg, los versos de Quessep hablan de polvo, vino, olvido, jardines o desiertos. Por debajo, su poesía nos descubre como seres de ambigüedad y carencia. Sus quince libros son testimonio, pregón, pentimento de vida, canon poético, liberación, ¡fuego!
Limpia, fija y da esplendor
Para mi gusto, Javier Marías es insuperable e inalcanzable. ¿Leyeron Mañana en la batalla piensa en mí o Los enamoramientos? ¡Maravillas de maravillas! Don Javier, Xavier Primero, rey de Redonda, tiene además otra faceta de postín. Desde 2008, ocupa el sillón “R” en la Real Academia Española, RAE, la venerable o vituperable institución, según las manías o inclinaciones de cada cual, que “limpia, fija y da esplendor” a nuestro idioma.
Con Lección pasada de moda (Debolsillo, febrero de 2019 en Colombia, 189 páginas) enfrenta la necedad, la testarudez o la ignorancia de millones de hablantes del español. Estos 49 artículos de prensa, de 1987 a 2011, son ecografías de ingenio, sarcasmo y caridad, un manual para aprender a hablar y a escribir bien. Vale la pena, sobre todo si alguna vez te creíste la fake news de que en Colombia se habla dizque el mejor “castellano” del mundo.
Las caras ocultas del amor
La ironía del arranque suena brutal: “Es milagroso e inverosímil que tan pocos matrimonios acaben en asesinato. Tal vez sea así para probar que el castigo no es la muerte. Quizás el amor sea esa sensatez de último minuto, aquel indulto, o sea tal vez esa buena estrella”. En Cómo perderlo todo, de Ricardo Silva Romero (Alfaguara, 2018, 607 páginas) el amor es protagonista o antagonista en un encadenamiento lúcido y vertiginoso de historias. Cada idilio es relativo, cada episodio es tragicómico: un conjunto de brillante simetría.
Estamos ante una narrativa sin el escepticismo de los cientificistas ni el fanatismo de los new agers: desde la traición y la venganza hasta el perdón o el coraje pasando por la apatía y el importaculismo. “Nada humano me es ajeno”, sentenció hace ya más de veinte siglos el desocupado Terencio. Y las cosas son así en esta gran novela.