Algunos despistados juran que la gente joven ya no lee. Yo afirmo lo contrario: en papel, en celular o en tablet, la lectura crece y crece cada vez más.
Leer ficciones es una delicia, “un placer genial, sensual”. Parafraseando a Vladimir Nabokov, yo diría que para leer hacen falta imaginación, memoria y buen diccionario. Y para que ese gozo pagano no se extinga jamás, añadiría dos atributos: curiosidad y deseo. ¿Hay algo más sabroso que enterarse de cosas ajenas? ¿Hay algo mejor que predisponerse a aprender lo que se desconoce? Para mí la curiosidad es la madre del conocimiento. O la madrastra, si se acepta que la duda antecede a todo lo demás. ¿Y el hambre de saber? ¿El deseo de conocer o de repetir? ¿No es acaso una necesidad? Curiosidad y deseo: ni más ni menos.
Los misterios tienen su encanto
Algunos despistados de antier juran y rejuran que la gente joven ya no lee. Yo afirmo aquí y ahora que la lectura crece y crece cada vez más y más entre los jóvenes. En formatos digitales o en papel, en celular o en tableta: eso ya no es problema: no buscan, encuentran.
Los libros para adolescentes, por ejemplo, son una especie en vías de expansión. Flores blancas para papá, de Beatriz Helena Robledo (Literatura SM, Finalista del Premio Barco de Vapor, 2011, 100 páginas), es una maravillosa prueba de lo que digo. Narra la historia de Magdalena, una chica de diecisiete años que sale de viaje con su abuelo en busca del pasado y también al encuentro del presente. Es una expedición llena de intuiciones, enigmas e inconformismos. ¿Logrará Magdalena hallarle sentido a su vida? ¿Se pondrá en paz con los recuerdos familiares, a veces agridulces, a veces inalcanzables?
Mi espada es menos larga que la tuya, D’Artagnan
¿Ya acabaste la saga de Harry Potter? ¿Ya te despachaste El señor de los anillos? ¿Aún no quieres volver a leer Crepúsculo, de Stephenie Meyer? ¿Pero te gustan las intrigas, los secretos, los amoríos, la acción? Te tengo tu próximo libro de ficción. Aquí está. Los tres mosqueteros, de Alexandre Dumas (Penguin Clásicos, octubre de 2016, traducción de Torcuato Tasso Serra), es un clásico de aventuras. En realidad, los tres mosqueteros se vuelven cuatro: Athos, Porthos, Aramis y D’Artagnan. Su lema es “todos para uno y uno para todos”. Espadachines invictos, apasionados y valientes, luchan por el honor de la reina Ana de Austria. Es casi imposible librarse de su embrujo. Desde su aparición en 1844, ha cautivado a millones de lectores con la frescura de su gracia, la claridad de la trama y el suspenso de cada capítulo. Si yo fuera tú, empezaría a leerlo hoy mismo. ¡Pardiez!
La nueva alegría de leer
Antes de las obras de Gabriel García Márquez, el libro más vendido en Colombia fue Alegría de leer (1930), del doctor Evangelista Quintana, una cartilla de lectura y escritura para primero de primaria. Se calcula que las ventas sobrepasaron el millón de ejemplares. Varias generaciones aprendimos a leer en ese silabario con la sorpresa de descifrar y deletrear por primera vez la luna en la nube o el perro ha salido de su casita para cuidar la casa de su amo.
Para los primeros lectores de siempre, ahora hay un abecedario de sonidos que combina poesía y arte: Tan Tan, de Paula Ortiz (Cataplum, marzo de 2019, 36 páginas). ¡Qué preciosidad! De la A a la Z, todas las letras han sido estampadas, bordadas y fotografiadas para que el aprendiz sienta que leer es un placer de búsqueda y encuentro a la vez. Como dicen los editores, “en este libro Paula Ortiz cambió los pinceles por la serigrafía y los lápices por aguja e hilos”. Perfecto.
Todo es ficcióna ún en la historia
Ángela Becerra desmiente a cabalidad la creencia machista de que toda mujer bonita y sexy es boba. Ocurre a menudo entre actrices o modelos de pasarela o publicistas. Error garrafal. La inteligencia es la belleza, es el sex-appeal, y si se combinan, pues, ¡a chuparse un boli, cretinos! Un boli, un bonice o un vive100.
Con Algún día, hoy (Premio de Novela Fernando Lara 2019, Editorial Planeta, 816 páginas), Ángela refrenda su calidad narrativa y su espíritu de aventurera literaria. El contrapunto existencial entre Betsabé Espinal, niñita bastarda, y su hermana de leche Capitolina, pobre criatura que lo único que tiene es plata, desborda la fórmula de las novelas históricas gracias a la cosmovisión femenina de la autora y de los protagonistas. Esta novela es la muy bien lograda recreación o reinvención de una época conflictiva alrededor de 1920 en Colombia, una obra en la que, para nuestra fortuna, otra vez gana la ficción. ¡Eso es!
Roberto Bolaño, cronopio salvaje
La obra de Roberto Bolaño (1953 – 2003) es una galaxia en la dimensión desconocida del no tiempo y el no espacio. Escrita a punta de ingenio, energía, pasión y método, al leerla parece que así tuvieron que ser las cosas, y no de otra forma. Quedas prendado (o preñado) de su maestría para inventar o historiar la vida, desde una llamada telefónica hasta unas putas asesinas pasando por un gaucho insufrible.
Cuentos completos (Alfaguara, septiembre de 2018, 647 páginas) reúne ese universo en una edición tan apetitosa como un cono de chocolate con maní y pasas. Cada página es un manjar: mutaciones de la realidad, cosas cotidianas escarmentadas como asuntos extraordinarios, rompecabezas insolubles aun con las fichas en la mano, lágrimas, carcajadas, los otros lados del espejo, las caras ocultas de la Luna. Para mí, el cronopio Roberto Bolaño es una reencarnación literaria del detective salvaje Julio Cortázar. ¿Vale?
Nada para el olvido
En los libros infantiles, por lo general, las ciudades o los campos, los palacios o las cabañas, son escenarios fingidos. Cada río es impreciso, cada montaña no aparece en los mapas. En los bosques merodean niñas con caperucitas rojas y en las minas trabajan enanitos de asombrosas habilidades. Todo es ficción. Siquiera.
En nuncaseolvida, así, junto y en minúsculas, de Alejandra Algorta (Babel Libros, 2019, 144 páginas, ilustraciones de Iván Rickenmann), las cosas pasan de manera muy distinta. La ciudad es real, realísima, aunque en cierto modo permanezca incierta. Es Bogotá, vista desde la buseta que maneja el papá de Fabio, el protagonista, cuyos temores y despistes, su recelo ante los mayores, entretejen una historia íntima e inolvidable. Un libro buenísimo. Una vuelta de tuerca a lo convencional.