Las medicinas alternativas, que han estado presentes en la historia de la humanidad y emergen como una ampliación de la paleta terapéutica, están siendo objeto de ataques violentos.
Escuché en un evento reciente las conferencias del oncólogo Camilo Botero y de la psiconcóloga Silvia Ángel, quienes residen en Barcelona. Ellos confirman las perspectivas que tenemos para prevenir y tratar el cáncer, apoyando los procesos inflamatorios agudos, respetando los procesos febriles y estando atentos a los procesos anímicos de los pacientes.
Cuando la inflamación aguda es bloqueada por fármacos supresivos, se desvía el camino de la curación y se abre el de la inflamación crónica, que en muchos casos conduce a procesos degenerativos y esclerosantes, y alimenta el terreno para el cáncer. Muchos modelos médicos complementarios (acupuntura, homeopatía y medicina antroposófica), estudian la polaridad entre inflamación-fiebre y esclerosis-frío.
Estos expositores destacan el papel del calor físico y anímico en la prevención y el tratamiento de las enfermedades degenerativas y del cáncer. Y allí aparecen herramientas terapéuticas derivadas de los modelos complementarios mencionados, que tienen como común denominador una visión integral del ser humano y una aproximación a los fenómenos anímicos, sociales y existenciales que generan enfermedad.
La medicina actual tiene grandes avances tecnológicos en el tratamiento de las enfermedades agudas y de los traumas. La cirugía actual es sorprendente. Pero tenemos grandes límites y elevados costos a la hora de enfrentar las enfermedades crónicas y las relacionadas con el estilo de vida actual.
Las medicinas alternativas y complementarias han estado presentes en la historia de la humanidad y emergen como una ampliación de la paleta terapéutica, valorada por la OMS y muchos sistemas de salud. Pero a su vez, están siendo objeto de un ataque violento especialmente en España y Francia, donde se difunde una cadena de noticias falsas y se apela a la ciencia como soporte de estos ataques.
Es evidente que los dogmas de la actualidad no son filosóficos ni religiosos sino que provienen de la ciencia oficial¹. Y con argumentos “científicos”, pero sin la fundamentación adecuada, se están atacando los sistemas terapéuticos que le hacen mella a la poderosa industria farmacéutica.
¿Estamos volviendo a la Inquisición? La desinformación alimenta el miedo y se propaga rápido. En esta búsqueda de alternativas terapéuticas, debemos partir de un profundo respeto por la libertad del ser humano y estar abiertos a los caminos que se salen del modelo imperante.
Muchos de ellos están consolidados en la práctica clínica y tienen aplicación en enfermedades crónicas y en trastornos mal comprendidos por la medicina occidental.
¹. El dogmatismo científico en la med. occidental. ed. 442.