/ Juan Carlos Franco
En un mundo normal, a medida que en una ciudad aumentan el tráfico y la congestión, los giros a la izquierda y los giros en U van desapareciendo. Para poder hacer tranquilos su giro y sin estorbar mucho, los conductores deben desplazarse hasta una glorieta grande o un cruce a desnivel.
Siempre se busca que, dentro de lo posible, los flujos no se crucen.
En el mundo raro de El Poblado, que de un tiempo para acá tiene su propia lógica, muy peculiar, las cosas son exactamente al revés. Ponga cuidado:
Al entrar en operación la doble calzada de Los Balsos, usted recordará, cuando uno venía subiendo desde Oviedo, pasaba por debajo del puente y no podía girar a la izquierda para tomar la Avenida o entrar a Santafé. Tenía que subir dos cuadras más y hacer el retorno a la altura de la Avenida 34. Así tomaba Los Balsos bajando y todos tan tranquilos.
No era un retorno maravilloso, pero funcionaba. Y no se cruzaban flujos.
Después de algunos comentarios de usuarios, con muy buena intención decidieron poner un poco más de pavimento y facilitar el giro hacia la izquierda, media cuadra arriba de la Avenida. Giro incómodo, pues tocaba atravesar la calzada de los que bajaban y así tomar la Avenida.
Los que venían bajando por Balsos y querían retornar, tenían también su giro en U, ubicado un poquito más arriba. Era un poco forzado, pero suficiente.
Y el detalle clave: los dos flujos eran independientes. Un retorno no tenía nada que ver con el otro.
A finales del año anterior siguieron experimentando con el dichoso cruce. Y con la mejor intención pero con la peor planeación, de un momento a otro apareció una glorieta cuyo pecado obvio es que juntó los dos flujos.
Desde entonces quien viene subiendo y quiere hacer giro a la izquierda o retornar en U para bajar, se junta con (y lucha contra) el que viene bajando y quiere hacer su giro o retorno hacia arriba.
Lo peor de este experimento es que la tal glorieta está al lado de uno de los centros comerciales más concurridos de la ciudad. Receta segura para un desastre vial.
Resultado, la glorieta se mantiene repleta y se afecta de manera exagerada el tráfico de Los Balsos en ambos sentidos. Se forma un nudo que antes no existía. El que quiere tomar Balsos desde Oviedo, la 4 Sur o la Avenida, se encuentra con una fila sobre la izquierda que quiere ingresar a la glorieta para tomar la misma Avenida o entrar a Santafé. Fila que con frecuencia tapa el espacio bajo el puente y que, a su vez, obstruye a los que bajan por Balsos. Y que con frecuencia, muy a nuestro estilo, se hace en doble y hasta triple fila. A ciertas horas, el que viene subiendo y quiere pasar de largo debe tomar la última calzada de la derecha para con mucho esfuerzo y tiempo superar el atolladero.
Y el que viene bajando por Los Balsos se encuentra con un río de vehículos ansiosos de atravesar su calzada. Justamente lo contrario de lo que debe ocurrir en una vía de esta naturaleza.
En síntesis, los vehículos tardan más hoy en hacer el giro. A pesar de que ya no hay que subir hasta la 34, el tiempo y el riesgo son mayores. Entonces, ¿qué fue lo que ganamos?
¡Caramba, secretarías de Movilidad y de Infraestructura, vicealcalde del ramo, es hora ya de reconocer que esta glorieta es un estruendoso fracaso, y proceder a modificarla cuanto antes! ¡Es hora de que en El Poblado dejemos de ir en contravía de conceptos básicos de ingeniería de tránsito!
¿Nos olvidamos acaso de la importancia crucial de Los Balsos para conectar a Medellín con el Oriente, el Aeropuerto, etcétera, como para que aceptemos implantarle semejante obstáculo?
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