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En la edición anterior apareció un artículo mío criticando la carencia total de pasos peatonales -en cualquiera de sus posibles diseños- para cruzar con relativa seguridad la Avenida El Poblado en el sector que nos gusta llamar Milla de Oro. Sin sustos, sin carreras. Y argumentando que hasta el momento ni las administraciones municipales, ni mucho menos el sector privado, cómodamente afincado en sus orillas, habían hecho algo concreto por resolver esta situación, inaceptable en una ciudad medianamente seria. Y concluyendo que en estas condiciones el pomposo remoquete “Milla de Oro” suena hueco, casi sarcástico. Recibí comunicaciones casi inmediatas tanto de la Junta Administradora Local, como del Gerente del Plan Poblado, Luis Alberto García. Los primeros se mostraban interesados en promover con mayor intensidad el tema para asegurar una buena y pronta solución. Y el Gerente del Plan manifestaba que el problema sería enfrentado cabalmente con la segunda fase del Plan, o sea la remodelación del tramo de Avenida entre la quebrada La Presidenta y Oviedo. Si bien la postura de esta columna tiende a ser crítica y escéptica, porque lo normal en los temas de tránsito e infraestructura en nuestra ciudad es la mediocridad y la improvisación, quiero confesar mi respeto y expectativa por esta obra, que aparentemente lograría el muy difícil doble efecto de favorecer a peatones y conductores. Algo que rarísima vez se ha logrado en esta ciudad, pero que, combinando buena planeación e impecable ejecución, es lo que siempre debería ocurrir. Por supuesto, todo dependerá de un elemento clave, que también en esta columna se ha mencionado repetidamente: Contener la falta de educación de los conductores y su patológica agresividad. Según informa Luis Alberto, en la primera fase del Plan Poblado, hicieron pasos peatonales que por el momento no han contado con semáforos. Se dejaron previstos pero no se instalaron. Esperando que a lo mejor no fueran realmente necesarios. En su lugar, se tuvo un equipo de Guías Ciudadanos y Gestores Pedagógicos de Tránsito durante varias semanas instruyendo a los conductores. Al parecer, tan pronto salieron estos volvió la ley de la selva y habrá que instalar los semáforos. O multar seriamente a los infractores, como tanto les gusta hacer con quienes no encienden las luces de día o los que no observan las restricciones del pico y placa. Inevitablemente, tener más semáforos en la Avenida significa menos movilidad para los vehículos. Podrá ponerse uno, máximo dos, lo que claramente no será suficiente para los peatones en un segmento tan largo. Y en los cruces demarcados que queden sin semáforos, que se eduque para su buen uso, pero que también se castigue con firmeza su abuso. Tanto al conductor que no respeta al peatón, como al peatón cuando se lanza a la calle de manera irresponsable. Estaremos, al igual que la Junta Administradora Local, muy pendientes del tema a medida que avance el Plan en su segunda fase. A ver si finalmente encontramos el liderazgo competente que tanto hemos anhelado. | |||||
¿Esperanzas en la Milla de Oro?
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