Lo normal, seguramente usted ha visto, es que el constructor de un edificio se concentre en mover tierras, hacer fundaciones, levantar la estructura, instalar tuberías y servicios, poner ventanas, hacer acabados interiores, exteriores, etcétera. Y por allá, muy al final, se acuerda de que hay que construir la acera. O reconstruirla, según el caso.
A lo largo de la etapa de edificación, el constructor se expande todo lo que puede y la acera queda inhabilitada, en algunos casos reemplazada por un muy precario sendero peatonal que, por lo general, se sale a la calle. Un caminadero como por no dejar, estrechito, hecho a la brava y “señalizado” con unas pobres cintas que a la semana ya están caídas. O tapado con unas telas plásticas verdes que también al poco tiempo se ven horrorosas. Todo complementado con un aviso con el logo de la empresa respectiva, ofreciendo excusas por las molestias. ¡Como si realmente no fuera posible hacer mejor las cosas!
El mensaje es: Peatones, lo sentimos mucho pero durante un año o más, ustedes mejor no pasen por aquí. Sálganse a la vía. Ensúciense. Jódanse. ¡Ah, y compren nuestros fabulosos apartamentos!
Lo curioso es que al constructor le parece bien operar con este despelote todo el tiempo, ciego a la mala imagen que puede causar ante los vecinos e incluso ante sus potenciales clientes… Aunque ya los vecinos cada vez estamos más pendientes de esto.
Las aceras han sido tradicionalmente en nuestra ciudad las cenicientas del cuento. En el pasado se “olvidaron” de construirlas, como en tantos casos de El Poblado. Y las que sí hicieron, son estrechas y llenas de obstáculos.
Basta mirar la cantidad de postes de alumbrado, con sus cables de tensión (también llamados “vientos”), que hay sembrados en la mitad de las angostas aceras de esta comuna. Es una total vergüenza que nos hayan hecho esos esperpentos y otra vergüenza igual que no hayamos protestado en su momento.
Aunque para ser justos, en los últimos años muchas aceras nuevas sí las han hecho bien, se nota que la mentalidad comienza a cambiar.
Es ya hora, estimado Alcalde, estimados secretarios y concejales, estimados directores de espacio público y juntas administradoras locales, estimados constructores, Camacol, SAI, Lonja, etcétera, es hora de que cambiemos completamente el enfoque. Que a partir de la fecha, y como parte del Plan de Desarrollo o como simple norma para el bienestar de El Poblado –o de toda la ciudad, como lo prefieran- los constructores estén OBLIGADOS A CONSTRUIR PRIMERO LAS ACERAS. O, a más tardar, luego del movimiento de tierras.
Y que solo después sean autorizados a iniciar el resto de la obra.
Es obvio que esta opción será más difícil, más incómoda y tal vez más costosa para el constructor que dejar la acera para el final. Pero será menos costosa para la comunidad, que hoy tiene que pagar un precio importante en incomodidad e irrespeto por sus derechos.
Este tipo de medidas, aparentemente de poco impacto, lleva el mensaje inequívoco de que, finalmente, estamos evolucionando y que los derechos de los peatones ya también son importantes.
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Hagamos primero las aceras
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