Sí, las comparaciones son odiosas. Pero en un ejercicio lúdico, y un minúsculo pero merecido homenaje, estas líneas serán una guía millenial para entender la importancia de Gabriel Ochoa Uribe en el fútbol colombiano.
El Médico, apodo logrado a pulso en las aulas gracias a su título de Medicina de la Universidad, es el técnico más ganador de la historia de fútbol colombiano. 13 títulos (5 con Millos, 7 con América y otro más con Santa Fe), de esos que se conseguían en un año completo, lo sitúan en el Olimpo. Pero hay que verlo más allá de sus números. Y para eso, lo llevaremos a nombres más conocidos para los menores de 30 años, que no lo vieron tras su retiro definitivo en 1992. Obviamente, salvando todas las distancias y respetando los contextos y enormes diferencias.
Como jugador, este nacido en Sopetrán sería un Wojciech Szczęsny, un arquero de mucho nivel, pero siempre opacado por otros mejores en su lugar. En el Millos de El Dorado, llamado el equipo del Siglo, el lugar de titular era de Julio Cozzi, por lo que Ochoa era el sustituto de lujo, a tal punto que llegó al fútbol de Brasil. Un gran arquero, pero siempre a la sombra de grandes. Como Szczęsny.
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Como entrenador en Millos, su primer gran hito, sería una especie de Carlo Ancelotti. Un gran ganador, un técnico que implementó cambios, y que supo lidiar con grandes planteles (una constante en su vida). Una vida llena de triunfos (5 estrellas) en el ámbito local.
Pero sus mejores días llegaron con el América de Cali, un club al que agarró sin un solo titulo y lo dejó con 7 vueltas olímpicas, tres finales de Copa Libertadores y un club que ganó su grandeza con el antioqueño en el banco. Un legado que podría compararse con lo hecho por Sir Alex Ferguson en el Manchester United, con la intención de salvaguardar todas las distancias y diferencias.
Ya en su forma de entrenar, el Médico tenía cosas de muchos: la capacidad de trabajar fuerte y sin descanso (como Simeone), ese necesario talento para trabajar con la nevera llena de grandes cracks (como Zidane), y la sapiencia para saber cuál fue su punto máximo y saberse alejar (como Vicente del Bosque).
En la memoria quedará su boina de cuero al momento de atajar, sus inventos con zagueros centrales como delanteros centros cuando necesitaba un gol (saludo a Enrique Simón Esterilla), y su terquedad manifiesta y aceptada que, dicen, le impidió ganar la Libertadores o tener éxito con la Selección Colombia. Como todos los importantes, siempre tendrá voces a favor y en contra.
Un saludo a su memoria, a su grandeza, y a su legado. Con respeto, esta guía para decir que Gabriel Ochoa Uribe, en su tiempo y en su contexto, es uno de los grandes de nuestro fútbol. Que descanse en paz, Médico.