/ Juan Carlos Franco
Hay una nueva realidad en Medellín. Luego de un ejercicio de muchos meses liderado por Planeación Municipal, ya tenemos un nuevo Pan de Ordenamiento Territorial (POT), recién aprobado por el Concejo.
El POT pretende fijar políticas y acciones para el desarrollo de la ciudad por los próximos 12 años. Es un plan muy complejo y profundo al que no es fácil meterle diente, créame, pues son centenares de páginas repletas de conceptos, fórmulas y mapas altamente especializados. Es más ambicioso y probablemente tenga bases más firmes que cualquier POT anterior, y combina numerosas disciplinas en los ámbitos de ingeniería, urbanismo, sociología, economía, ecología y hasta sicología.
Quienes formulan el POT han adquirido un conocimiento detallado de la ciudad y seguramente diagnostican de forma correcta sus males y bienes. Y se han asesorado bien; la verdad es que por aquí han venido expertos de todos los colores para dar pistas sobre lo que debemos y no debemos hacer con Medellín.
Pero hacer un diagnóstico no es la parte difícil de este ni de cualquier plan.
Tampoco parece demasiado difícil definir con qué soñamos o en qué queremos ver convertida a Medellín dentro de unos años o varias décadas. Y este POT se enfoca, de manera abierta y valiente, en proponer cambios dramáticos, giros de 180 grados respecto a lo que ha sido la ciudad en los últimos 100 años.
¿Que en el desarrollo de Medellín lo último ha sido el peatón? No problem, con este POT a eso le damos la vuelta y el peatón se vuelve el primero.
¿Que lo más importante ha sido el automóvil y no hay estímulos a la bicicleta? Tranquilos, con el POT será al revés, con el perdón de quienes usan su vehículo para todas sus actividades diarias (y seguro, cada vez menos parqueaderos…).
¿Que no hay zonas verdes suficientes y somos una de las más bajas en m2 de verde por habitante? Sí, claro, pero este POT se encargará de hacernos quedar entre las primeras.
¿Que el río es lamentable? Lo sabemos, pero con el POT se volverá maravilloso, será el sitio de encuentro de la ciudad. Y tendrá agua limpia y abundante, así como las demás quebradas de la ciudad (y haremos muchas vías subterráneas…).
¿Que el Centro se ha deteriorado cada vez más? Se le tiene. El POT lo convertirá de nuevo en una zona apetecida y segura.
¿Que mucha gente tiene que atravesar la ciudad de un extremo a otro para sus actividades? También pensamos en eso, el nuevo POT estimulará nuevas centralidades para que la gente tenga a mano todo lo que necesite.
¿Que la ciudad se ha regado demasiado hacia las empinadas laderas? Para eso está el nuevo POT, que estimulará la construcción solo en lo que queda de parte plana y además rodeará a la ciudad con un cinturón verde que sirva de parque, pulmón y frontera a las construcciones.
¡Wow, impresionante! Estamos boquiabiertos. Estupefactos. Extáticos. Además, porque las decisiones claves recogen aspiraciones expresadas en esta columna a lo largo de tantos años: cientos de kilómetros de aceras, respeto al peatón y al ciclista, estímulos a no usar el carro, mejoras sustanciales en el espacio público, etcétera.
Pero, ¿es realista? ¿Es esa la Medellín que haríamos si apenas estuviéramos empezando la ciudad, o igual puede cumplirse en escenarios de casi saturación inmobiliaria y vehicular? Cuando se estén implementando las normas más duras, ¿tendrá apoyo de la ciudadanía? ¿Lo seguirán con igual entusiasmo y compromiso las próximas administraciones, o buscarán colgarle modificaciones y atajos desde el primer día?
Si logramos aunque sea una fracción de este catálogo de sueños será todo un triunfo para esta y las próximas generaciones.
Y a todas estas, ¿cómo quedará el barrio El Poblado?
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