Pensar en 2.0 es cada vez más necesario. Nos gusté o no, todo, sí todo, se mueve en el mundo digital. Aunque al final algunos procesos puedan desembocar en el formato tradicional, como el papel, bien sea porque es necesario hacerlo -como el caso de los documentos de identificación- o porque las circunstancias lo exigen, pues no basta una firma electrónica, todos tienen su origen en la llamada autopista de la información.
Así que hay que moverse con los tiempos. Las empresas aún reacias en adoptar la tecnología deberían considerarlo y apuntar hacia una integración total en todas sus áreas. Pero no se trata solo de digitalizar los procesos, sino también “digitalizar” los conocimientos y los pensamientos de quienes van a ejecutarlos.
Nada se hace invirtiendo en tecnología de punta, si quienes serán los encargados de operarla no saben hacerlo o, aún sabiéndolo, no son capaces de optimizarla y de sacarle el mayor provecho posible.
Esa transformación, entonces, va desde algo tan simple como que los empleados aprendan a utilizar equipos y tecnología, hasta algo más complejo como hacer que esos cambios abarquen la cadena de suministros, el flujo de trabajo y hasta la colocación de los productos en el mercado.
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Eliminar papeles, por ejemplo, implica algo más que hacerlo solo por conservación del ambiente. Significa tener, a la mano de un click, documentos, manuales, facturas y todo lo necesario para el buen funcionamiento de una compañía automatizada. Además de agilizar el proceso, esto implica una reducción de gastos y minimizar errores en todos los ámbitos.
El mercado se ha vuelto muy competitivo y aquellas empresas que entienden que es hora de migrar a lo digital tendrán más opciones de conservar tanto su nicho, como potenciar su productividad y garantizar la rentabilidad.
Ciertamente no se trata de un proceso corto o de una carrera de 100 metros planos. Es necesario cumplir con determinados pasos que pueden tomar su tiempo, sobre todo el referido al seguimiento que debe hacerse luego de haberlo concluido.
No es hacer los cambios y ya, hay que evaluar cómo ha sido la transición, qué correctivos deben tomarse de ser necesarios, si hay que redefinir algunos procesos y analizar los resultados para determinar si eran los previstos.
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De esta forma, al verse toda la compañía involucrada, podrán tomarse las mejores decisiones y considerar que ya se está navegando en el mundo digital a la par de la competencia. Empresas, a pensar en 2.0.
Por: David Somoza Mosquera