A él se deben muchos de los edificios patrimoniales que se conservan en Medellín, entre otros, el Paraninfo de la Universidad de Antioquia, el Museo de Antioquia y la iglesia de San José en El Poblado, además de otros que fueron destruidos.
En el Imperio Romano las tumbas estaban al borde de las carreteras que llegaban a las ciudades para que las vieran quienes se movían por esas vías, de tal manera que pensaran en los que estaban allí sepultados. Con el leve lazo espiritual creado por la memoria fugaz del que pasaba, el muerto se mantenía vinculado al mundo de los vivos y aseguraba la inmortalidad. Pero la memoria es demasiado frágil y caprichosa.
En efecto, es paradójico que a veces redescubramos lo que siempre hemos tenido frente a los ojos pero que inexplicablemente hemos dejado caer en el olvido. Es lo que se produce ahora en Medellín con la vida y obra de Horacio Marino Rodríguez (1866-1931), figura clave en el desarrollo de la ciudad, en la arquitectura, las artes, la educación y el pensamiento académico a finales del siglo XIX y comienzos del XX, pero también al pensamiento hermético con el estudio del espiritismo.
A través de un proyecto de investigación liderado por Juan Camilo Escobar, docente de Eafit, se redescubre su trabajo inicial como escultor, tallador de lápidas, muchas de ellas aún presentes en el Cementerio de San Pedro. Como fotógrafo, es autor de un gran número de los trabajos realizados por Foto Rodríguez, al lado de su hermano Luis Marino, y responsable de diversos desarrollos técnicos logrados en ese campo. Ilustrador, grabador, pintor, docente, dejó además una huella fundamental en la ciudad a través de su trabajo como arquitecto, primero a título individual y luego con la oficina de H. M. Rodríguez e hijos.
A él se deben muchos de los edificios patrimoniales que se conservan en Medellín, además de otros que fueron destruidos a veces de manera injustificada. Entre los desaparecidos estaban edificios emblemáticos como el Teatro Bolívar, reconstruido por él, y varios de los que antes se encontraban en el parque de Berrío. De su trabajo y del de la oficina de H. M. Rodríguez e hijos quedan, entre otros, el edificio del Paraninfo de la Universidad de Antioquia y el actual Claustro de Comfama en la Plazuela de San Ignacio, el Museo de Antioquia, el Edificio Constain, el Edificio Gutemberg en la Plaza Botero, el Palacio de Bellas Artes, el Palacio Egipcio, el Teatro Pablo Tobón Uribe, las iglesias de San José en El Poblado, San Benito y el Espíritu Santo.
En otras palabras, Horacio Marino Rodríguez creó muchos de los hitos de la identidad de Medellín como ciudad moderna, que también ahora podemos redescubrir volviendo a recorrer esas obras.
Este es el proyecto mancomunado más ambicioso de las últimas décadas en Medellín, con siete exposiciones especializadas en los distintos ámbitos de trabajo de Rodríguez, presentadas en las instituciones involucradas, además de dos recorridos de ciudad por sus principales obras arquitectónicas. En el proyecto expositivo participan la Universidad Eafit, la Fundación Ferrocarril de Antioquia, la Biblioteca Pública Piloto, el Museo de Antioquia, Comfama, el Museo Cementerio de San Pedro y la Universidad de Antioquia.