Charles Webb es cocinero. Ha cocinado para grandes estrellas y, desde hace unos años, viaja por el mundo documentando sus experiencias en su cuenta de Instagram y su canal de YouTube. Estuvo en agosto en Medellín recorriendo sabores y lugares. Hablamos con él sobre el turismo y la responsabilidad de generar contenidos alrededor de la gastronomía para todo el mundo.
¿Qué te sorprendió de Medellín?
Lo que más me ha sorprendido es cuánto ha cambiado Medellín en tan poco tiempo. Vine por primera vez en 2017 y veo que ha evolucionado desde entonces. La ciudad siempre ha sido progresista, pero la llegada de nómadas digitales, la inversión extranjera y el crecimiento de la gastronomía han acelerado su desarrollo. Es impresionante ver cómo lugares como El Cielo, de Juan Manuel Barrientos, han ganado reconocimiento internacional, y cómo otros chefs locales están llevando la gastronomía colombiana al siguiente nivel.
Son restaurantes de alto nivel, pero ¿qué hay de la comida callejera en Medellín? ¿Has tenido la oportunidad de probarla?
Un poco, sí. Aunque no he profundizado tanto como me gustaría en la comida callejera, creo que es una parte esencial de la cultura culinaria de cualquier ciudad. Me encantaría explorarla más, especialmente porque la comida callejera es donde a menudo encuentras las raíces más auténticas de la cocina local.
Hoy, las ciudades se han convertido en parques de atracciones. Medellín lo vive en zonas como Provenza o la Comuna 13. Son espacios llenos de turistas. ¿Crees que el turismo debería cambiar, especializándose más en aspectos como el turismo gastronómico o enoturismo?
Definitivamente. Si asistes a congresos internacionales de turismo, verás que las agencias y secretarías de turismo están tratando de entender cómo segmentar mejor el mercado. Están pensando en enfoques como el turismo LGBTQ+, el turismo gastronómico o el enoturismo. Intentan definir a qué tipo de viajero quieren atraer. Sin embargo, la teoría y la realidad son diferentes. La práctica puede resultar en problemas, como los que se ven en ciudades como Barcelona, donde los locales se sienten invadidos por turistas que no respetan el lugar. Es un desafío lograr que los turistas sean más conscientes y respetuosos.
Hemos visto cómo lugares de comida se vuelven virales gracias a creadores de contenido, generando largas filas de turistas en sitios específicos, como en Ámsterdam, con las papas fritas, o en París, con los croissants. ¿Cómo ves este fenómeno? ¿Es realmente allí donde deberíamos ir a buscar comida auténtica?
Incluso los lugares más secretos están siendo infiltrados por este tipo de turismo. Es increíble ver cómo los lugares que solían ser tranquilos ahora están llenos. La gente no tiene miedo de ir más allá de las calles principales, pero es un problema que no se puede detener. Ciudades como Venecia y Japón están tratando de manejar esto con diferentes estrategias, pero no es fácil. Los precios suben, y aunque eso podría alejar a algunos turistas, también afecta a los buenos viajeros que no pueden permitirse pagar tanto. Es un desafío encontrar un equilibrio.
Charles Webb.
- “Ir a un rmercado es una de las mejores formas de entender una sociedad. Es una inmersión total que te da una comprensión profunda del lugar que visitas”.
Para conocer la esencia culinaria de un lugar, ¿qué es lo primero que haces al llegar a un destino?
Lo primero que hago es ir al supermercado. Esto te da una idea clara de cómo consume la gente, la frescura de los productos, y cuánto cuestan las cosas. Es una excelente forma de entender la cultura local. También creo que es importante visitar tanto plazas de mercados como supermercados, ya que cada uno ofrece una perspectiva diferente sobre los productos disponibles y cómo se valoran.
¿Qué opinas de mercados que se han vuelto muy turísticos, como el Mercado San Miguel en Madrid o La Boquería en Barcelona?
Es triste ver cómo estos mercados se han convertido en atracciones turísticas, pero es una realidad. A pesar de eso, aún puedes encontrar mercados menos conocidos y más auténticos en esos mismos lugares. En Barcelona, por ejemplo, La Boquería es famosa, pero también puedes ir al Mercat de Sant Antoni o al Mercat de Santa Caterina, donde la experiencia es mucho más local y auténtica.
En cada destino que visita, das una cena para algunos invitados locales. ¿Cuál es el concepto de estas cenas?
La idea es llevar a la gente alrededor del triángulo de la gastronomía, el entretenimiento y la bebida. No se trata solo de ofrecer la experiencia gastronómica más alta, sino de combinar ingredientes locales con otros de todo el mundo, reflejando mi estilo personal. Comprender estas conexiones con la comida es crucial. Para nosotros, se trata de juntar energías, y en cada ciudad a la que vamos, exploramos diferentes ideas.
¿Cómo manejas la responsabilidad que viene con el poder que tienes como creador de contenido?
Mi responsabilidad va más allá de solo crear buen contenido. Espero no dejar de evolucionar y crecer, pero también quiero ayudar a la gente a entender cuál debería ser su propósito en la vida. Si pudiera salvar el mundo y hacerlo un lugar mejor, lo haría. Pero como solo soy una persona, busco apoyar causas en cada ciudad que visito. Después de quitarme la chaqueta de chef, ¿quién soy? FInalmente, debemos usar nuestros superpoderes para hacer del mundo un lugar mejor, no solo para nosotros mismos sino para los demás.
Cuando vas a un mercado y cuentas la historia de una señora que vende tomates, no se trata solo de la transacción de comprar tomates. Hay una historia más grande detrás, sobre la industria, la cultura y la vida de esa persona.
Exactamente. Hay muchas capas en lo que hacemos. La gente no siempre entiende lo que implica crear experiencias como las que ofrecemos. Hay tanto arte y esfuerzo detrás de lo que ponemos en un plato, y mi objetivo es compartir esas historias para que la gente aprecie lo que hay detrás. No se trata solo de una transacción, sino de una conexión más profunda con la cultura y la comunidad a través de la comida.