/ Jorge Vega Bravo
Esta relación se ve modificada por la presencia del cristianismo; el tema de la phylia o amistad griega adquiere un nuevo matiz con el concepto de prójimo. En la concepción cristiana “el otro puede ser amigo, pero debe ser prójimo” (Laín E). La phylia se convierte en caridad cristiana y aparece un contenido religioso en el acto de ayudar. Estos motivos transforman el ejercicio de la amistad médica. Cerca al año 350, Basileo de Cesarea escribía a su médico Eustacio: “En ti la ciencia es ambidextra; no circunscribes a los cuerpos el beneficio del arte, sino que atiendes también a la curación de los espíritus”.
Surgen novedades en la relación médico-enfermo: 1. La condición igualitaria del tratamiento: ya no hay diferencia entre esclavos y libres, como en Grecia. 2. El valor terapéutico y transformador del dolor: “La enfermedad era allí pacientemente sobrellevada”. 3. La asistencia médica y el consuelo a enfermos incurables y moribundos: en los conventos medievales nace la especialidad de cuidados paliativos y acompañamiento al morir. 4. La asistencia gratuita a los pobres: Orígenes vitupera a los médicos “que solo atienden a las clases elevadas y menosprecian al hombre vulgar”, en contraste con Aristófanes que afirmaba que “donde no hay recompensa, no hay arte”. 5. La incorporación de las prácticas religiosas cristianas, como la oración y la extremaunción, en el cuidado de los enfermos.
A partir del siglo 8 la asistencia médica pasa a las manos de los sacerdotes y esto se extiende hasta el año 1231, cuando una ordenanza de Federico II Barbarroja establece la obligación de un título oficial para el ejercicio de la medicina. Nacen las primeras facultades de Medicina en Europa. Ya se conocían las escuelas árabes de Medicina (Avicena y otras). Empieza a desaparecer la figura del sacerdote médico. En la Edad Media el encuentro médico paciente se basa en tres prácticas: la conversación con el enfermo o anamnesis, donde se empiezan a considerar los aspectos individuales de la enfermedad, aún teñidos de motivos religiosos. La toma del pulso como un reflejo del estado general del paciente y de los órganos. Y la uroscopia o lectura de la orina. De esta práctica, ampliamente difundida en toda la Edad Media, quedan remanentes entre los médicos tradicionales del Chocó.
El médico medieval no sólo debía curar, sino que necesitaba una buena dosis de humor. Notker, llamado ‘grano de pimienta”, era famoso por su pericia en la uroscopia. Para divertirse, el duque de Baviera le envió como suya la orina de una embarazada; el ladino Notker respondió: “Dios va a obrar un milagro inaudito. Dentro de treinta días, nuestro duque tendrá a sus pechos un hijo nacido de su propio vientre”.
Coda: Escuchamos el 27 de Julio en el Teatro Metropolitano, al Ensamble vocal Vox Clamantis, de Estonia, con un concierto en forma de antífona, donde alternaron el canto gregoriano –melodía pura– y música de los compositores estonios Arvo Pärt (n. 1935) y Tonis Kaumann. Ocho voces masculinas, de bajo a contratenor, y cuatro voces femeninas nos brindaron un espectáculo sorprendente, de profundo contenido espiritual y de un refinamiento exquisito. Casi todos los cantantes actuaron como solistas; la calidad de las voces y la sensibilidad interpretativa los ubican en un alto nivel. Música sanadora para la ciudad.
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