De derrumbes y aceras hundidas

  Por: Juan Carlos Franco  
 
Para empezar hoy, cómo no mencionar el nuevo y tantas veces anunciado derrumbe de Las Palmas, que de milagro no ocasionó víctimas fatales. Todos sabíamos que pronto caería y que las barreritas de concreto que juiciosamente habían alineado abajo serían arrasadas fácilmente cuando cayeran los primeros metros cúbicos.
Ahora prometen que la vía estará cerrada hasta que se impermeabilicen los taludes y se apliquen unas sencillas técnicas de estabilización. Como “poner pernos, hacer drenajes horizontales y aplicar concreto lanzado, acompañado de fibra o malla metálica”. Bienvenidas sean, pero siempre queda la pregunta de por qué aquí preferimos no hacer cosas tan obvias antes de poner en servicio las obras, sino después de que fracasan. ¿Por ahorrar unos pesos?
¡Falso ahorro! Luego terminamos pagando mucho más por las reparaciones, además de los perjuicios por no poder circular. Como se ha mencionado aquí varias veces, en un país más estructurado legalmente hacía rato se habrían instaurado demandas por mala práctica y hasta por mal uso de fondos públicos.
Pasando ahora a El Poblado, pensaría uno que a estas alturas de la vida, casi finalizando la primera década del siglo 21, con tanta experiencia acumulada y después de recibir tantas críticas por chambonería en muchas obras, la administración de Medellín sería especialmente cuidadosa en el diseño y ejecución de sus proyectos viales.
Pero no, seguimos haciendo pendejadas. Y eso parece independiente de quién es el Alcalde o el Secretario de Obras Públicas. Lo importante es hacer cosas, pero la calidad es secundaria.
Veamos un caso: Hace ya mes y medio que repavimentaron un tramo de la Loma de Los González, entre las dos transversales. Quedó bien pavimentado, gracias. Pero pasan y pasan las semanas y no hay asomo de pintura de rayas y señales en el piso. Para esta administración -igual que para la anterior- el que tenga rayas o no es un simple detallito que tal vez algún día se atenderá. Igual los huecos que le hacen a la vía para medir el espesor de la capa asfáltica… ahí se quedarán, no importa que afecten la circulación o causen accidentes… son simples detalles.
Pero lo que no admite discusión en cuanto al nivel de chambonería alcanzado, es que el pavimento ¡quedó por encima de la acera! Usted podrá notarlo fácilmente al lado izquierdo bajando, justo antes de la Transversal Inferior.
¿Qué importa que los vehículos puedan subirse (¿bajarse?) a la acera, poniendo en peligro la vida de los peatones? ¿Qué importa que cuando llueva el agua que baja por la vía sea descargada en la acera en lugar de irse por las alcantarillas? ¿Qué importa que justo por eso la acera se vuelva especialmente resbalosa? Son detalles sin importancia para esta administración, que se limitará a reclamar el crédito por haber pavimentado una vía más.
Aquí no hubo interventoría; ningún interventor que se respete habría aprobado la obra. Tampoco le importó al contratista del pavimento, él se limitó a cobrar los metros cuadrados de capa asfáltica. Tampoco le importó a ninguna autoridad. Total, sólo es una imbecilidad más en el ya largo catálogo que ostentan nuestras vías.
Será interesante ver qué ocurre la próxima vez que repavimenten esa vía. ¿Seguirá subiendo el nivel del pavimento respecto al de la acera? ¿Pavimentarán también la acera? ¿O aparecerá alguien –ojalá el Alcalde- que por fin se pare firme e impida, a fuerza de carácter y liderazgo, que estas cosas sigan ocurriendo? O que si ocurren, sean resueltas de inmediato… como si viviéramos en una ciudad desarrollada.

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Publicado en la edición 383, febrero 1 de 2009
 
     
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