/ Juan Carlos Franco
De muchas partes de Medellín, sobre todo desde El Poblado, se ven ruinas de Space, proyecto privado colapsado sobre el que se ha asignado clara responsabilidad. La empresa a cargo de su diseño, construcción y venta está en la mira pública y trata de responder en la medida de sus posibilidades. Quizá más allá.
De muchas partes de Medellín, pero no desde El Poblado, se ven ruinas de otra obra. Un imponente puente peatonal. Proyecto público colapsado –afortunadamente sin víctimas– y sobre el que ninguna entidad parece asumir responsabilidad. Y que ya es todo un monumento a la torpeza administrativa y falta de criterio.
Tome usted el metrocable hasta la estación Santo Domingo y poco antes de llegar a la Biblioteca España estará sobrevolando este desastre. La historia es así:
Hace unos siete años el director del Sena tuvo la buena idea de construir un puente peatonal para unir dos laderas del barrio Santo Domingo, justo bajo el metrocable y al lado de la recién inaugurada biblioteca. Buen complemento a esta y bello regalo a Medellín. Lo más novedoso y bonito del proyecto es que sería en guadua.
Sena asigna $2.000 millones. Invitan al arquitecto Simón Vélez, autoridad mundial en guadua. Lidera proyecto, diseña puente y cobra cero honorarios. Somete diseño a evaluación estructural profunda con ingeniero experto. Suben factores de seguridad para garantizar resistencia a terremotos y vientos. Todo listo para empezar.
Noticia de proyecto llega a oídos de directora seccional Quindío del Sena. Convence a director de dejar dinero adentro, mejor hacer ellos el puente. Y servirá como aprendizaje para alumnos, al fin y al cabo para eso es el Sena…
Nuevo diseño listo en tiempo récord. Director decide cancelar proyecto de Simón, quien al conocer el diseño recomienda no construirlo pues “hasta en el dibujo se cae”. Solicita memorias de cálculo (documento público). Y no existen. ¿Ilegal?
Sena se obstina. Puente se construye. Se va todo el dinero y –sorpresa– no se inaugura porque es obvio que no va a resistir ni su propio peso. Simplemente se bloquean accesos con malla para que comunidad no se atreva a cruzar.
Como problema es tan visible, ponen cables tensores por todos lados. Puente se deforma hasta quedar mucho más bajo en el centro que en los estribos –como una hamaca– o sea, al revés de todos los puentes del mundo. ¿Innovación?
Pasa y pasa el tiempo. El Sena guarda silencio. Alcaldes y concejos también. Todos pasan en metrocable por encima del desastre. Nadie cuenta, nadie cuestiona.
Solo Simón, quien previendo colapso exige con frecuencia su demolición. Por peligro inminente y grosero irrespeto a gente de Santo Domingo. Y porque tal adefesio era peor ofensa posible para material tan noble como la guadua.
Vientos finalmente hacen colapsar puente en octubre. Queda medio sostenido por cables tensores. Noticia opacada por Space. Toneladas y toneladas de guadua y lámina roja para demoler y reciclar. Vergonzoso. A la vista de todos, en uno de los sitios de mostrar de Medellín.
No se escucha a autoridades explicando nada a la comunidad. O conminando al Sena a responder por catástrofe. No se ven crónicas periodísticas que lleguen al fondo. No se entrevista a responsables. Todo el afán reservado a Space.
¡Ah, y la Biblioteca! Otro día hablamos de los graves problemas de su fachada negra.
En abril de 2014 Medellín será sede del VII Foro Urbano Mundial. Tendremos mucho para mostrarles. Y para esconderles.
Entre tanto, querido Sena, recoge escombros, pide excusas y mejor ¡quédate con tus regalos!
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