Durante los días de aislamiento son muchas las familias que se han visto preocupadas por la educación de sus hijos. Mientras algunos padres han optado por la educación en casa, asumiendo en primera persona el rol de educadores, otros prefieren seguir alineados con lo que los colegios les ofrecen, así sea en modalidad remota.
Independientemente de la decisión, la pregunta de fondo en todos los casos tiene que ver con: ¿puede la pandemia afectar de manera significativa el desarrollo de nuestros hijos?
Adriana (ingeniera biomédica), Luisa (residente de neurología) y Amalia (psicóloga
especialista en salud mental del niño y el adolescente) trabajan en temas de sostenibilidad, desarrollo, salud y educación. Con ellas abordamos el tema de cómo la pandemia puede influir en el neurodesarrollo y aprendizaje de los niños y niñas.
Aprendizaje o aprender no es solo la acumulación de nuevos saberes o conocimiento, no es solamente el ámbito académico o el desarrollo cognitivo. Cuando hablamos del proceso de aprendizaje, hablamos de un proceso que abarca varios aspectos, de un vínculo con un adulto, de la motivación y el deseo de aprender, conocer y descubrir y también hablamos de un proceso que está atravesado por las emociones.
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Ir al colegio es también un experiencia social, un espacio para entablar y crear nuevas relaciones con pares y así mismo con otros adultos y figuras que serán autoridad. Aprender no solo es cuestión de ir al colegio, puesto que aprendemos en todos las vivencias cotidianas; sin embargo el estar en confinamiento ha hecho que aparezcan algunos retos como:
- Aislamiento social, poco o nulo contacto con pares.
- Falta de contacto físico y socialización.
- Irregularidad en los hábitos de sueño y alimentación.
- Sedentarismo, mayor tiempo de pantallas y poca actividad física.
- Pérdida de algunos aprendizajes.
- Aumento en la deserción escolar.
- Falta de estimulación adecuada y oportuna que es lo que permite que se creen
nuevas conexiones neuronales.
Todas estas situaciones podrían afectar el neurodesarrollo y el proceso de aprendizaje en niños y niñas, pero lo que debemos tener presente es que hay muchas maneras de contrarrestar estas dificultades para mitigar los efectos de la pandemia.
Esto es lo que pueden hacer las familias para favorecer el proceso de aprendizaje:
- Rutinas claras, horarios establecidos (si son visibles mucho mejor). Dan seguridad y
confianza. - Anticipación de los cambios o la situación actual de cada familia.
- Validación de las emociones.
- Tiempo de calidad de padres e hijos, apego y vínculos seguros, pues esto les dará
seguridad emocional a los niños para poder afrontar situaciones de frustración y
angustia en el ámbito escolar. - Crear formas alternativas de comunicación y socialización con pares y familiares.
- Generar experiencias fuera de las pantallas.
Sobre el uso de las pantallas y tecnologías en menores queremos resaltar las
recomendaciones de la Asociación Francesa de Pediatría Ambulatoria, conocidas como la regla 3-6-9-1, según la cual se debería evitar el uso de pantallas en menores de 3 años, el uso de videojuegos en menores de 6 años, reducir al máximo el uso de internet antes de los 9 años y evitar el uso de redes sociales y celular propio antes de los 12 años.
De cualquier manera las condiciones de la pandemia nos exigen ser flexibles, ya que se requiere mayor uso de tecnologías para adaptarse a las experiencias de aprendizaje virtuales o remotas.
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Por esto lo más importante es generar conversaciones entre padres y docentes que lleven a un uso razonable de las tecnologías, así como entre padres e hijos sobre lo que debemos tener en cuenta para darles un uso adecuado.
En todas las edades será entonces de gran importancia crear experiencias por fuera de las pantallas. Para esto se puede encontrar diversidad de recursos y acudir a los elementos y materiales que tenemos en casa y que nos servirán para trabajar diferentes habilidades, incluso cuando se hace a través del juego libre o espontáneo, sin necesidad de tener herramientas ni juguetes sofisticados.
Finalmente, es importante recordar que a pesar de esta situación el cerebro de los niños tiene una gran característica que es la plasticidad cerebral y esto hace que sean resilientes, que se adapten fácilmente a nuevas formas de aprender.
Por: Indeleble Social