Un recorrido por Manila, sus calles y aceras. Hay gente, hay movimiento. La zona no ha dejado su actividad. Su vocación de restaurantes y de tiendas de barrio hace que no se quede quieta.
Manila es un barrio pequeño. Son 20 cuadras que van entre la avenida de El Poblado y la avenida de Las Vegas y las calles 10 y 14. Aunque fue un barrio residencial mucho tiempo, hoy está lleno de restaurantes. Y son estos los que día a día le dan vida a un barrio que hoy, más que casas, tiene locales y oficinas.
La constante es la misma al caminar por sus calles. Locales abiertos con mesas y sillas bloqueando sus entradas. Funcionan a puerta cerrada. No atienden comensales, pero sí mandan sus pedidos a domicilio y son ellos, precisamente, los que le dan vida al barrio. Isabel Mesa, de Mesa y Blanco, es una de las personas que siguió trabajando. Su repostería, dice, está vendiendo mucho. “Entregamos entre 40 y 50 pedidos diarios. La gente está regalando muchas cosas y los productos de repostería son uno de ellos”.
También le dan vida al sector las tiendas. El Cosechero es una de ellas. Johan Henao es uno de sus propietarios. Cuenta que gracias a medidas como el pico y cédula les ha ido muy bien. Además, hicieron un trabajo de volanteo por unidades cercanas en barrios como Castropol y les hacen bastantes pedidos. Sus frutas y verduras vienen de La Mayorista: “pero por allá no vamos, hay mucha gente”, dice Henao. Lo que están haciendo, continúa, “es que hacemos el pedido y entramos por él. Ya nos lo tienen listo”. Así cuida a sus trabajadores y a sus clientes.
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Adriana Giraldo, de Kameloth, y Nori Benavelve, de la cafería Las Monas, coinciden en que el lunes 27 y el martes 28 de abril se ha visto más movimiento en el barrio. “Están pasando más carros”. Y también hay más carros parqueados. Esto se explica en que en algunas de las casas del barrio funcionan pequeños talleres de ropa, marqueterías y joyerías, entre otros, que hacen parte del sector de la manufactura que pudo retomar su trabajo esta semana.
Hay movimiento en muchas de las contrucciones del sector. Varios edificios que están en construcción y cuya obra estaba congelada, reiniciaron labores, por lo que en algunas cuadras ya se ve mucho más movimiento.
Los comerciantes de Manila no son oriundos del barrio. Deben desplazarse desde sus casas y narran que ya la ciudad se ve activa, que hay movimiento. “No como antes, pero ya se ven más carros”, dice Nori, de Las Monas.
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Kameloth apenas abrió el lunes. Vende algunos de sus productos para llevar y dice que está lejos de lograr los clientes que tenía antes de la cuarentena. Mientras tanto los domiciliarios pasan por las calles del barrio, o se estacionan a esperar que aparezca un pedido.
Poco a poco, la vida regresará a las calles de este tradicional lugar de El Poblado, a estas calles que aún guardan el encanto de barrio.
Por Juan Pablo Tettay De Fex / [email protected]