/ Juan Carlos Franco
Nuestra vía Las Palmas es realmente vieja. Fue diseñada en los años 30 del siglo pasado y puesta en servicio hace más de 70 años. Por largo tiempo fue una de las dos conexiones de Medellín con el Oriente; la otra, la antigua carretera a Guarne, que pasa por Manrique y Santo Domingo Savio. Ambas salían del Centro.
El diseño de Las Palmas es típico de las carreteras de los años 30 y 40, de esas que hay tantas por toda Antioquia. Velocidad de diseño baja, tal vez 40-50 Km/h, lo que implica ceñirla del todo a la montaña para evitar al máximo puentes, viaductos y túneles.
La vía se concibió como casi todas las de su época, como carretera destapada, sin pavimento.
Las Palmas era entonces una vía sinuosa, sus rectas pocas y cortas y los radios de sus curvas muy estrechos. Y los peraltes bajos. Como lo dicta su diseño original, era una vía cómoda para los vehículos siempre y cuando se desplazaran a 50 Km/h o menos.
A principios de los 60 fue pavimentada, pues se estaba convirtiendo en ruta básica para llegar a pueblos del Suroriente antioqueño, como Rionegro. Esa pavimentación fue fundamental para el posterior desarrollo urbanístico -¿finquístico?- de Llanogrande y sus alrededores.
Además de pavimentarse, también recibió cunetas y otras obras de evacuación de aguas. Todo indica que no fue rectificada, de modo que su velocidad de diseño no mejoró.
Para acceder desde Medellín a esta vía se subía por Ayacucho hasta el barrio Las Palmas, hecho que sirvió para bautizar la vía. Siguiendo por Loreto, el Seminario, etcétera. Solo hacia finales de los 60, se construyó un nuevo acceso, por San Diego.
Y así pasaron casi 40 años, en los que a la vía no se le hizo nada. Las Palmas fue una modesta carretera de calzada simple con circulación no muy intensa, que solo se llenaba un par de horas los domingos finalizando la tarde con los paseantes de fincas y de vuelta a Oriente.
Hace unos 20 años recibió un nuevo acceso desde El Poblado. Subiendo por Los Balsos por medio de la loma empinada que luego llamaron San José María Escrivá. Que pudo haber sido buena y amplia, pero elegimos hacerla estrecha y empinada, como si aún fuera 1950.
Hasta que se construyó la doble calzada a mediados de la década anterior, durante la gobernación de Luis Pérez y de Aníbal Gaviria. Obra que se caracterizó por el mal trabajo de taludes que, como muchos advertimos, iba a generar múltiples derrumbes.
También la vía fue rectificada en algunos tramos. Además de la calzada nueva, se eliminaron unas pocas curvas y se hicieron viaductos. Pero se dejaron muchas curvas sin intervención, quedaron igual de estrechas e incómodas que hace 70 años.
Resultado: una vía confusa para el conductor, que requiere cambiar continuamente de velocidad, con algunos sitios muy peligrosos.
Claro que la doble calzada se quedó cortísima, solo avanzó 1 Km más allá del Alto. La vía hasta La Fe es casi la misma de hace 50 años. Y la que va hacia el aeropuerto se quedó con su diseño de finales de los 80.
Y si a esto se suma la multiplicación por 3 o 4 del tráfico en los últimos 10 años, encontramos hoy una vía completamente insuficiente y de mala calidad, en la que autos, motos, busetas de colegio, buses intermunicipales, volquetas y todo tipo de camiones compiten por el poco espacio.
Además de las bicicletas, que de noche poco se ven, y peor cuando bajan raudas por el centro del carril. Y de sus carros acompañantes, subiendo a 10 Km/h, ocupando medio carril y media berma…
Además de otros ciclistas que suben agarrados de camiones para luego bajar sin luces y a toda velocidad… además de los que bajan en monopatín… además de las motos sin control de velocidad ni de ruido…
Hay accidentes graves casi todos los días, ¡pero lo raro es que no ocurran muchos más!
Ay, Palmas, cada vez más importante, pero cada vez más precaria…
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