En esta columna he reconocido sus largos y meritorios años de trabajo a empresas como el Salón Versalles, Restaurante El Che, Repostería El Portal, Repostería Santa Elena, Repostería Santa Clara, Café Le Gris, restaurante Frutos del Mar y otros tantos que involuntariamente omito. Hoy por segunda vez lo hago con El Astor, pues hace 10 años escribí una columna con motivo de sus 65 años.
Al momento de empezar a escribir, tengo a mi lado un libro que me obsequiaron con el logotipo de la repostería, cuyo título es el mismo de esta columna. Como coleccionista que soy de libros sobre historia de la cocina y temas afines, este que hoy me acompaña me parece un verdadero tesoro en calidad de crónica histórica de esta meritoria empresa. Si bien el Astor es un lugar sobre el cual en nuestra ciudad todo el mundo conoce y cada quien tiene sus comentarios y anécdotas, sin lugar a dudas, con esta publicación se aclaran muchas elucubraciones y se entrega un loable testimonio sobre cómo se hace empresa.
Y lo digo porque aquel pensamiento popular que dice “marcha como un relojito suizo”, para el caso de El Astor responde literalmente. El proceso de organización y gestión que desde sus inicios le impusieron sus fundadores, en donde prima el concepto de la pequeña empresa extremadamente bien organizada, no es más que el resultado de la cultura empresarial helvética. El Astor pudo haber tenido un crecimiento de orden nacional, pero la visión de sus propietarios de mantener una pequeña empresa con tecnología permanentemente actualizada y con un “sano paternalismo” aplicado a las relaciones laborales con sus empleados, constituyen una clásica receta suiza de gestión empresarial, implementada exitosamente durante estos 75 años.
No soy experta en asuntos empresariales, pero desde hace muchos años me ha llamado la atención la claridad que ha tenido El Astor sobre su tamaño y proceso de crecimiento, pues a diferencia de lo que se pregona y se practica en nuestro medio, en donde todo el mundo desea ser macroempresario y sueña con tener un negocio de cadena nacional, El Astor supo limitar sus ambiciones y se ha mantenido durante más de 4 décadas bajo un mismo concepto y modalidad de empresa. Setenta y cinco años no son muchos, son bastantes, y más cuando se han construido con honestidad y calidad. Una vez más: ¡Felicitaciones señores de El Astor!
Nota: El libro en cuestión se encuentra a la venta en los diferentes puntos de venta (teléfono 316 6020 o en el correo mercadeoastor @epm.net.co) Ojalá esta publicación llegue a las diferentes bibliotecas públicas de nuestra ciudad.