Nos entregarán en 2019 una obra modelo 1997: calzada sencilla, sin posibilidad de sobrepaso. Como si los años de atraso del proyecto no hubieran servido para modernizar los diseños.
Cuando uno salía de Medellín por carretera en los años 70, podía elegir tomar las vías de Las Palmas, Minas, San Cristóbal o Bello. Además de unos pocos carreteables no significativos.
Después, en los 80, ya tuvimos el lujo de la flamante autopista Medellín-Bogotá, que acortó en tres horas el trayecto entre las dos ciudades más importantes del país. Vía nueva y -más o menos- suficiente para los requerimientos de la época.
Después, en los 90, lamentable reportarlo, aquí no sucedió nada importante. Las carreteras para entrar y salir de Medellín se quedaron estáticas. Ninguna administración departamental o municipal, mucho menos nacional, se puso en la tarea de dotar a Medellín de accesos decentes. Década perdida.
Ya en los 00, no se perdió del todo la década, hubo algo de movimiento. A Las Palmas, con mucho dolor y más ganas que buena técnica, se le puso un carril adicional. Y también uno al primer tramo de la Medellín-Bogotá.
Y se inauguró el Túnel de Occidente, que evitó el difícil paso por Boquerón. Una buena ganancia. Pero no, en esta década tampoco hubo ninguna vía realmente nueva.
Entretanto, en las demás carreteras de Antioquia, todo igual, gracias. La vía a la Costa, igualita, pero con más derrumbes; todas las de Suroeste empeorando, el paso por el alto de Minas cada vez más difícil… Década perdida en Antioquia, qué duda cabe.
Y en estos años 10, que ya casi terminan, por fin en Antioquia nos estamos permitiendo construir vías nuevas y decentes: la Vía al Mar, con Túnel del Toyo incluido, las concesiones en las vías del Suroeste, las mejoras por Minas, la Conexión Norte entre Zaragoza y Caucasia, la vía a Puerto Berrío por el Nus…
Sin olvidar los puertos en Urabá.
Cerca de Medellín, podemos mostrar el Túnel de Oriente, con nueva vía y nuevo acceso al aeropuerto. Aunque nos entreguen en 2019 una obra modelo 1997: calzada sencilla, sin posibilidad de sobrepaso en los túneles. Como si los casi 20 años de atraso que tuvo el proyecto no hubieran servido para modernizar los diseños básicos.
Sea como sea, es como si Antioquia por fin está despertando de un prolongado e inexplicable letargo, es como si repentinamente caímos en cuenta de la importancia fundamental, irreemplazable, de vías modernas, amplias y seguras.
Solo recorrer la vía nueva entre Pintada y Puente Iglesias es suficiente para comprobar que los tiempos y las actitudes están cambiando radicalmente: doble calzada, amplia, sin mezquindades, con puentes y túneles bien hechos, intercambios generosos y buena señalización. Honestamente, uno no cree estar en Antioquia.
Sería bueno reflexionar por qué le tomó tanto tiempo a Antioquia -mucho más que a otros departamentos- concretar estos proyectos. Y por qué finalmente no ocurrió gracias al liderazgo de los antioqueños sino de presidente y ministro de obras bogotanos.
Nos faltan tal vez cinco años de paciencia, pares y sigas y derrumbes. Qué frustración, pero quizá lo merecemos por la falta de liderazgo: nuestro y de los gobernadores y alcaldes de los últimos 20 años.