Amistad y bienestar psicológico

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¿Alguna vez te has preguntado cómo influye la calidad de tus relaciones en tu calidad general de vida ? Ahora, cuando lo haces -y si no lo has hecho antes, te invito a que lo pienses por un momento-, ¿a dónde va tu mente?. 

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Me atrevo a decir que la mayoría de las personas piensan inmediatamente en las relaciones de pareja. Y, si bien, es innegable la influencia de estas en el bienestar psicológico de una persona, hoy quiero recalcar la importancia de las relaciones de amistad

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Los seres humanos tenemos una necesidad innata de conexión emocional y, por ende, una tendencia natural a establecer vínculos afectivos con los demás, lo cual es una condición para que podamos avanzar a través de las distintas fases del desarrollo. Establecer y mantener relaciones de amistad responde a esta necesidad básica.

La amistad verdadera y profunda -que es de la cual quiero hablar hoy-  va más allá de compartir momentos agradables con otras personas. Disfrutar y divertirnos impacta el estado de ánimo, los niveles de energía y la motivación por la vida, por lo que aumenta el bienestar emocional y se convierte en un factor protector para nuestra salud mental, pero, hay mucho más que eso. 

Los amigos juegan un papel fundamental en la construcción de nuestra identidad y el establecimiento de nuestros intereses. Nos ayudan a reforzar nuestra personalidad y contribuyen a nuestro sentido de pertenencia a un grupo. Este sentimiento de aceptación y pertenencia se relaciona a su vez con la autoestima y la autoconfianza. Además, nos proporcionan un entorno donde nos encontramos con distintas formas de ver la vida, con nuevas ideas y experiencias que nos permiten aprender y crecer personalmente. 

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Los amigos nos acompañan en momentos de cambio y nos ayudan a lidiar con las dificultades y crisis a las que nos enfrentamos en la vida. Tener amigos de verdad es sentirnos sostenidos en la adversidad, tener la certeza de que no estamos solos y la esperanza de que si el suelo se desploma, alguien nos toma las manos; esto contribuye a aumentar la confianza y seguridad con la que enfrentamos la incertidumbre del futuro. 

Además, los amigos nos ofrecen puntos de vista diferentes sobre lo que nos pasa, nos acompañan a explorarnos y a cuestionarnos, nos ayudan a procesar lo que nos ocurre y, en muchos casos, nos permiten incluso meterle humor a la cosa y aprender a reírnos de nosotros mismos. Los amigos nos prestan sus ojos para que nos veamos a través de ellos con más amor, aceptación y compasión. Nos muestran con sus palabras una forma distinta de contarnos nuestras historias y una manera más amorosa de hablarnos, nos extienden la mano para que entreguemos el látigo.

Todo lo anterior contribuye a la reducción del estrés, la ansiedad y la depresión, al aumento de la resiliencia, del bienestar psicológico y emocional, y por ende a una mejor calidad de vida

Creo que nadie cuestiona o niega el valor de un buen amigo, repetimos frases clichés como: “Los amigos son la familia que elegimos”, “la amistad multiplica las alegrías y divide las angustias”, o “quien tiene un amigo tiene un tesoro”. Sin embargo, tengo la sensación de que muchos, realmente, no dimensionan el valor de ese tesoro y, por ende, no experimentan la gratitud correspondiente y no lo cuidan como tal. 

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Ahora, así como se habla de la necesidad de “cultivar” las relaciones de pareja y otro tipo de relaciones, las amistades también requieren nutrirse, cuidarse. La amistad además de diversión tiene que ver con reciprocidad, lealtad, amor, solidaridad, compasión, confianza. Los beneficios que vienen con la amistad, vienen entonces acompañados de responsabilidad y compromiso personal y relacional, por lo que en una importante medida, la calidad de los amigos que tenemos, bastante habla de nosotros mismos. Ahora, ¿cómo influye la calidad de TUS relaciones de amistad en tu calidad de vida general?

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