En la columna anterior destacaba la importancia de que la nueva alcaldía tome como bandera la limpieza y protección del aire de Medellín. Porque hasta ahora ninguna persona ni entidad con poder real lo ha hecho, a pesar de tantas señales de que respiramos pura contaminación.
Y porque es inaceptable que los dueños de vehículos contaminantes se burlen de todos nosotros echándonos en la cara sus negras o blancas, tóxicas y malolientes humaredas. ¿No que somos, dicen, la ciudad de mostrar en asuntos ambientales?
Hoy hablemos de la nueva gobernación, la de don Luis (como supongo le gusta que le digamos), tan cuestionado por muchos, incluido este columnista, pero que tiene ante sí la posibilidad de reinventarse y convertirse por fin en el gran líder que él asegura ser.
Seguramente querrá marcar todas las diferencias posibles frente a Fajardo, que termina un período enfocado en educación, infraestructura de escuelas y parques educativos.
Don Luis, si se lo propone, podría ser el gran aglutinador de voluntades para proyectos de alcance regional que hoy no pueden desarrollarse porque, a nivel de alcaldías, cada cual tira para su lado.
El ejemplo más claro de causa buscando líder es el valle de San Nicolás, conocido también como Oriente antioqueño. Cada municipio hace lo que quiere e impone normas, según su estrecho criterio. Finalmente, no se hace nada importante.
Hace tiempo debería existir allí un equivalente del Área Metropolitana para el valle de Aburrá. Que dicte pautas en asuntos ambientales, que tenga presupuesto para acometer obras de importancia regional, que tenga dientes para imponer multas.
Y, sobre todo, que ponga orden en el desarrollo vial de la región. Es inconcebible la pobreza de proyectos importantes en el Oriente antioqueño. Hace rato deberíamos haber iniciado la construcción de dobles calzadas en la mayoría de vías. O mínimo, haberlas planeado y conseguido su financiación.
Pero no. Salvo que el nuevo gobernador actúe, esta zona clave de Antioquia tendrá que sobrevivir muchos años más con calzadas simples, exceptuando la Medellín-Bogotá. Tendrá que sobrevivir sin intercambios a desnivel a pesar del crecimiento insólito del flujo vehicular -¿quién dijo que estas obras solo son urbanas? Y tendrá que sobrevivir sin el menor control de emisiones de vehículos, como ocurre en Medellín.
Don Luis, también podría usted mover sus nuevas influencias para mejorar en algo el muy cojo e incompleto Túnel de Oriente, que tristemente aportará 15 kilómetros nuevos de calzada simple a los accesos al valle de San Nicolás.
Me explico. El proyecto en su primera etapa, que entrará en servicio tal vez en 2020, contempla hacer toda la vía entre el Seminario Menor y Sajonia en calzada simple, incluyendo los dos túneles, uno de 800 metros y otro de 8,200 metros. En cada túnel se construirán dos huecos desde el principio, asignando uno a tráfico y otro a servicio y mantenimiento.
Hay que decidir desde ya, oficialmente, que en cada túnel se abran al tráfico desde el primer día los dos huecos, de modo que queden de doble calzada (un hueco para ir, otro para venir), así el resto de la vía sea de calzada simple.
De todos modos, sigue siendo deplorable que semejante vía, nada menos que la principal al Aeropuerto, sea de calzada simple. En 2020 usted podrá salir de Medellín en calzada doble en cualquier dirección, excepto al Aeropuerto.
También, casi sobra decirlo, deben tener doble calzada todas las vías que comunican los principales centros urbanos del Oriente antioqueño. Puede que sean proyectos muy costosos, pero más costoso es no tenerlas. Y mientras más se demoren más costarán.
Se espera su liderazgo, Don Luis.
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