/ Juan Carlos Franco
En pocos días comienza en Medellín el WUF7 (World Urban Forum 7), organizado por Hábitat, organismo de las Naciones Unidas enfocado en promover un mejor futuro urbano. O sea, busquemos cómo vivir mejor en las ciudades. Lo que tenemos hoy puede y tiene que ser mejorado. El tema general del foro será “Equidad Urbana en el Desarrollo – Ciudades para la Vida”. Esta última frase, sin duda aportada por nuestra Alcaldía, servirá como marco de trabajo general.
Cuando uno estudia con cuidado los documentos de preparación para el evento es inevitable concluir que, de existir un manual sobre cómo construir una ciudad lo menos equitativa posible, Medellín serviría como destacado modelo.
Y es posible que esta ciudad, así como muchas de las ciudades latinoamericanas, hubiera sido relativamente exitosa durante un buen tiempo. Pero no porque tuviera o promoviera equidad, sino porque esta pasaba relativamente desapercibida. No figuraba en el radar. Con el tiempo, la inequidad ha seguido creciendo por diferentes razones que se mezclan y amplifican entre sí: migración del campo, poca planeación y mala administración de la ciudad, deficiente infraestructura física, falta de zonas verdes y espacios comunes, corrupción, hacinamiento, politiquería, violencia, debilidad institucional, pésima educación, pérdida de puestos de trabajo, ineficiencia de la justicia, etcétera. Además, por supuesto, de la actitud egoísta, racista o machista de buena parte de la población.
Y también, por fortuna, la inequidad se ha atenuado, aunque sea levemente, gracias a la buena dotación de servicios básicos con que cuenta casi toda la ciudad (es decir, EPM), al metro (con sus metrocables, metropluses y tranvías), a la construcción reciente de buenas escuelas y bibliotecas, al mayor pie de fuerza de la policía, entre otros. Y, claro, gracias a la labor de incontables fundaciones e individuos que hacen lo que pueden para redistribuir recursos y oportunidades.
Hay elementos que son gestionables por una alcaldía y otros que corresponden a complejas dinámicas sociales de todo el país y que en cuatro años de gobierno local difícilmente se pueden enfrentar. Un alcalde puede desenfocarse y perder efectividad si pretende resolver todos los problemas posibles en tan poco tiempo.
El alcalde tiene que concentrarse en volver la ciudad más amable y segura, y, por ende, más equitativa para sus habitantes. Que la gente al menos pueda caminar tranquila, sin miedo a ser atropellada o asaltada, que pueda salir con los niños a jugar al parque.
Nada más sencillo y equitativo que una buena acera. Nada más inequitativo que una vía sin aceras. Solo en años recientes esta ciudad parece estar entendiendo un principio tan elemental y por fin hay programas serios y bien financiados en esta dirección. Pero ¿cuánto tiempo tomará reversar lo que no hicimos en tantas décadas?
Ojalá el Foro sea la ocasión para que la ciudad cambie definitivamente de modelo de desarrollo y anteponga siempre el bienestar y seguridad del peatón al de los dueños de vehículos. La cercanía a zonas verdes valoriza, a vías llenas de vehículos desvaloriza. La tendencia mundial es cada vez más parques, más calles convertidas en zonas peatonales, cada vez más puntos de encuentro y esparcimiento, cada vez más y mejores aceras.
Ahí está la equidad. O al menos la mínima base para aspirar a que algún día haya igualdad de oportunidades.
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