Después de todo, no son tan complicados los principios de la movilidad vehicular en las ciudades. Incluso se podrían concentrar en uno fundamental: hacer lo posible por evitar que se crucen los flujos al mismo nivel. Siempre que se cruzan flujos, los vehículos deben detenerse. Obvio. Y se pierde tiempo esperando o aumenta el riesgo de colisión.
Los semáforos y algunas señales de tránsito existen justamente para organizar estos cruces, pero cuando el tráfico aumenta, hasta el punto de que entran más vehículos que los que pueden ser evacuados por los semáforos, estos colapsan. La cola crece por todos los costados y se afectan las vías del sector, el público se impacienta y la economía de todos se resiente. Es cuando se decide construir pasos a desnivel: puentes o deprimidos que eviten el cruce directo de los flujos. Ah, finalmente los vamos a hacer en El Poblado, aunque con atraso de más de 20 años (no olvidar tan atenta cortesía de los promotores del No a la consulta popular de 1990 sobre la Obra 500).
El mismo principio aplica para controlar giros a la izquierda o en U, así no haya cruce con otra vía. Si la calle es de doble-vía, el trancón es inevitable.
Es el caso de cruces como la Avenida 34 con la 2 Sur (abajo de Carulla). Permitir ese giro a la izquierda reduce a la mitad la capacidad de la 34. Debe eliminarse cuanto antes, reemplazándolo por un retorno más adelante.
Y, peor todavía, la calle 5A, por el edificio El Patio. Varias vías confluyen allí trayendo carros que suben de Patio Bonito y Astorga hacia la Avenida El Poblado. Por si fuera poco, carga con una vía que le llega perpendicular (calle 5 B).
El pobre que entra por ahí y busca girar a la izquierda para acercarse a la Avenida, puede escoger entre rogar con los ojitos o meterse a la brava en la cola, siempre con el riesgo de quedar atravesado en la calzada de bajada.
Es un problema fácil de resolver, inmediato y con mínima inversión. Solo se requiere un poco de sentido común y ganas de hacerlo.
¿Y qué tal la glorieta de Los Balsos con Santafé? Los tacos grandes empezaron el día que la Secretaría de Infraestructura inauguró esa ridícula glorieta. Los flujos no se cruzaban. Pero la glorieta los cruzó. Algo similar, aunque no tan grave, ocurre en la glorieta de los mismos Balsos con Oviedo.
¿Qué hay que hacer para que Los Balsos y otras vías arterias finalmente tengan la fluidez que requieren? La respuesta es: retornos independientes para los dos sentidos, alejados entre sí al menos 150-200 metros para que no se crucen los flujos.
El principio aplica también para carreteras por fuera del perímetro urbano. Mientras más giros a la izquierda se permitan –para entradas a vías menores, fincas, estaderos– más lenta será la vía, más accidentes habrá y más tarde llegaremos todos.
Aun si no hay doble calzada, es indispensable bloquear giros a la izquierda –por ejemplo con postes flexibles en el centro de la vía– y construir retornos en los puntos claves, separados entre sí no más de 3 Km.
Cambiando de tema, ¿cuándo será que finalmente trasladan el peaje de la Variante al Aeropuerto? Es de esperar que el nuevo tenga cuatro carriles en cada sentido y que el más externo sea para prepago electrónico. ¡Es que si no lo hacen así, señores de la concesión Túnel Aburrá-Oriente, nos va a tragar a todos la fila!
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