/ Jorge Vega Bravo
El animal no es un ser en devenir, sólo el hombre lo es. El animal actúa en el papel que le ha sido asignado durante su vida. Su audiencia son los dioses mismos. El hombre también actúa en ese escenario, pero sabe que es actor y audiencia al tiempo. El animal es solo actor, sin autoconciencia (Karl König).
El ser humano es imperfecto y necesita aprender. En este hecho se basa su capacidad de desarrollo. El proceso de humanización únicamente se logra cuando estamos dispuestos a pensarlo, sentirlo y conquistarlo. Es un trabajo propio de cada ser y se inicia en el corazón. Escuché alguna vez a un maestro de acupuntura: es dramático constatar cómo el comportamiento habitual del ser humano está ligado a su naturaleza animal, instintiva, egoísta. Aún no consigue ser plenamente humano.
Para llegar a ser humanos es importante re-correr un camino interior. Cuando preguntamos a otros: ¿Tú haces un camino interior?, la mayoría responde: ¿Y qué es eso? Así como tenemos una biografía cronológica y exterior, tenemos una biografía interior, que comienza con la introspección del pensamiento: “Yo soy yo”. Cada uno puede mirar hacia adentro y preguntarse: ¿Cuál es el primer recuerdo de mi vida? ¿Cuándo empecé a ser yo? Este primer recuerdo suele ser tranquilo o traumático y está ligado a una situación feliz o dolorosa.
A partir de ahí podemos hacer consciente la imagen que mostramos al mundo. Casi siempre nos cuesta aparecer como somos. Si tenemos claro el límite entre biografía exterior y biografía interior hacemos conscientes dos cosas: qué es lo que queremos aceptar y revelar de nosotros mismos y qué parte de nuestra vida interior podemos y queremos trabajar (Michaela Glöckler).
La Psiconeuroinmunología tiene claro que la salud está ligada a nuestra identidad, a nuestra integridad. Mientras más me reconozco y me trabajo tengo más opciones de ser completo, de estar sano. Las enfermedades autoinmunes cursan con problemas de autorreconocimiento. El trabajo interior, el reconocimiento de un camino interior, es un paso esencial para lograr la salud. En todas las profesiones y los oficios existe también un camino interior que permite seriedad y eficiencia en el cumplimiento de la tarea.
La humanidad ha explorado varios métodos para acceder al interior. Revisemos tres grandes grupos: el más antiguo camino se desarrolla a través de la voluntad; se abrió sobre todo en América y Oceanía, culturas donde se exploraba el mundo interior a través de rituales mágicos, con danzas, uso de sustancias enteogénicas y sacrificio de animales. El segundo camino se desarrolla desde el sentir, por medio del arte de respirar, y tiene su epicentro en la cultura de los Vedas de la India. Utiliza la meditación y los mantram, técnicas que renuncian al pensamiento individual y siguen a un maestro que guía el camino interior. Con la cultura griega se inaugura un tercer camino, que consiste en la búsqueda de la verdad, de la libertad, a través del pensar. Los caminos de desarrollo moderno, entre ellos la Antroposofía, parten del desarrollo del alma consciente, del pensar libre y renuevan el ideal del oráculo de Delfos: ¡Conócete a ti mismo! Más adelante ahondaré en el significado del pensar en este contexto y abordaré los tres grandes obstáculos para emprender la aventura del camino interior: la duda, el odio y el miedo.
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