Para Schopenhauer, la música tiene la función de representar el ser del cosmos. Todas las demás artes son una expresión de la idea de la naturaleza. Goethe decía que el arte es revelación de los secretos de la naturaleza, y que el artista devela esas intenciones secretas y la hace resurgir desde su ser. Con la música -afirma Schopenhauer- no es así: “La música, la melodía, la armonía de los sonidos, son la inmediata expresión de la naturaleza misma. El músico siente ondear directamente las pulsaciones de la voluntad divina a través del mundo y percibe cómo esta voluntad se expresa en los sonidos”.
Al cantar El Mesías de Händel, uno siente de manera clara y profunda esta fuerza superior y que el alma retorna a su patria espiritual. Se cuenta que al terminar de componer el grandioso Aleluya, la señora que le ayudaba a Händel lo encontró llorando y al preguntarle por el motivo de su emoción le respondió: “Creo haber visto el cielo ante mi… y al mismo Dios”. Cantar en un coro es fascinante y enriquecedor. La experiencia de estar inmerso en un mar de voces e instrumentos no es fácil de describir. Es sentirse transportado a otra realidad y es tal el movimiento interior, que podemos hablar de un estado de conciencia alterado, muy cercano a la experiencia mística.
El Estudio Polifónico de Medellín fue fundado por el maestro Alberto Correa en mayo de 1966, como un coro masculino. En 1970 se transformó en coro mixto y se dedicó a la música sinfónica coral con el montaje del gran Oratorio de Händel, estrenado en mayo de 1974 en el Teatro Pablo Tobón Uribe. Hasta hoy el Estudio Polifónico ha realizado 117 presentaciones del Oratorio completo y ya son 39 años consecutivos, lo que representa una sólida tradición. El maestro Correa y el Estudio Polifónico fundaron en 1983 la Orquesta Filarmónica de Medellín, para tener un grupo estable que acompañara al coro en las obras sinfónico-corales.
Pertenecí al Estudio Polifónico de Medellín activamente desde 1974 a 1984, pero he tenido la fortuna de seguir cantando El Mesías durante estos 39 años y doy fe de la pasión, de la entrega, de la seriedad con que el maestro Correa ha llevado la batuta de esta maravillosa empresa. Se le ha criticado por no tener una formación musical como profesión básica, pero es difícil encontrar una persona con el tesón y la capacidad de superación y de realización que tiene Alberto Correa. Es frecuente entre nosotros destacar lo negativo y no ver lo positivo, pero, como dice R.Steiner, “cuando un coleccionista busca piedras preciosas en medio de los pedruscos: él recoge sólo las piedras preciosas y no hace caso de las otras”.
En septiembre de este año el maestro Correa entregó la dirección titular de la Orquesta Filarmónica al maestro Francisco Rettig y dejó a la ciudad una institución profesional, sostenible y de alto nivel. Alberto cumplió un ciclo de 30 años al frente de la Orquesta y 47 al frente del coro y aún tiene proyectos maravillosos para seguir brindando música a la ciudad. Le hacemos un homenaje y le expresamos nuestro apoyo incondicional. ¡Música, maestro!
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