El 16 de diciembre de 1770, en la casa localizada en el número 515 de la Bonngasse, en Bonn, Alemania, nació un niño destinado a ser alguien que daría de qué hablar al mundo: Ludwig van Beethoven.
Ludwig van Beethoven tuvo una infancia difícil con un padre colérico que lo introdujo desde temprano en el mundo de la música. La Sociedad BTHVN se creó en Alemania para conmemorar el aniversario del genio de Bonn, y promueve 250 proyectos alrededor de su figura en todo el país.
La música de Beethoven ha trascendido todas las fronteras, y su Novena Sinfonía rompió los patrones de la música de su época y se adelantó al futuro. Le escuché a Georg Glöckler, matemático, astrónomo y violinista: “La música de Beethoven es una música del futuro… abre las puertas al futuro de la humanidad”. Nuestro presente es parte de ese futuro y vivimos los efectos de su genio creador.
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En muchos lugares del mundo se está celebrando este aniversario con representaciones de sus obras. La DW presenta por estos días un programa sobre la Novena Sinfonía, y cuenta historias tan sorprendentes como que el estreno en Asia lo realizó un grupo de prisioneros alemanes en un campo japonés, en 1914, haciendo la adaptación de la parte coral para voces masculinas.
La versión instrumental del último movimiento de la novena es el himno oficial de la Unión Europea y en Osaka, por ejemplo, desde hace 20 años se reúnen 10.000 coristas para cantar su parte coral.
En Medellín fue parte del programa de la inauguración del Teatro Metropolitano, y tuve la fortuna de estar en el escenario como miembro del Estudio Polifónico de Medellín.
Beethoven toma la Oda a la Alegría de F. Schiller y la transforma en un verdadero himno a la libertad. Algunos afirman que la versión original era con Freiheit: Libertad, y no con Freude: Alegría. Esta oda es un canto de Libertad que pone de presente lo difícil que es para los seres humanos lograr algo juntos.
A principios de 2019, músicos y empleados de la Orquesta Beethoven fueron invitados a la Ciudad Don Bosco, en Medellín, para desarrollar, junto a adolescentes de zonas vulnerables, una reinterpretación de la Quinta sinfonía, uniendo música clásica y cultura callejera. Durante una semana, en talleres creativos, los músicos interpretaron sus instrumentos, mientras los jóvenes aportaron bailando, haciendo rimas y pintando.
“El proyecto busca desarrollar habilidades para la vida a través de la danza urbana y la música clásica”, dijo a DW Carlos Flórez, coordinador del proyecto. “Durante los talleres, contactamos jóvenes que estuvieron en la guerra a punto de perder sus vidas por cruzar fronteras invisibles en los barrios, o menores que fueron tentados a entrar al comercio sexual o al tráfico de drogas”1.
El aniversario de este genio universal nos trae profundas reflexiones sobre el papel de la música en la vida y la formación del ser humano. Los grandes proyectos educativos involucran cada vez más la cultura musical como un camino certero para llegar a ser realmente humanos.
1.Tomado del portal de DW.
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