/ Jorge Vega Bravo
Asistí al 2º Congreso Internacional y 6º Nacional de Medicinas Complementarias con una ponencia sobre Antroposofía y Alimentación. La cuestión alimenticia no como una forma de comer, sino como una postura individual que nace del conocimiento de la propia naturaleza. Al comer introducimos en nosotros tres reinos naturales: “He observado –decía Paracelso– a todos los seres: piedras, plantas y animales, y me parecieron como letras dispersas de las cuales el hombre representa la palabra completa y viva”.
El ser humano es el elemento central de la evolución en la tierra. La concepción materialista ve al hombre como un animal inteligente, lo cual implica una degradación, una simplificación. La tendencia a la especialización está presente en la evolución de los animales, que alcanzan notables grados de perfección en sus formas físicas, y el comportamiento general de la humanidad no está lejos de los instintos animales: control territorial y dominio del macho alfa. El hombre simplificado. También los otros reinos han sido degradados. Si observamos las granjas, vemos gallinas o cerdos encerrados, sin opción de movimiento, recibiendo la ración que los engorda, para ser sacrificados cuando alcancen el tamaño. El reino animal rebajado al vegetal: crecer, engordar y morir, privados de movimiento e instintos. “¿De qué naturaleza serán la carne y los huevos obtenidos así?” (G. Burkhard).
Igual con el vegetal: la planta, con fertilizantes químicos –casi todos sales minerales– crece más rápido, pero pierde fuerzas vitales. El abono químico afecta la capa vegetal, mata las bacterias que vitalizan el suelo y lleva a un proceso de mineralización y de muerte. Vegetal rebajado a mineral. Alimentos sin vida. Es tarea del ser humano, a través de su conciencia, devolver a los reinos de la naturaleza su dignidad y su lugar en la tierra.
En esta dirección escribió Christian Morgenstern (poeta alemán, 1871-1914):
“Yo te agradezco,
silenciosa piedra
me inclino delante de ti,
y debo a ti mi ser vegetal.
Yo os agradezco suelo
y prado florecido
y ante vosotros me agacho: me ayudaron a elevar a la existencia animal.
Yo os agradezco, piedra, hierba y animal
y ante vosotros me inclino:
me ayudaron en mi camino hacia mí.
Y te agradecemos
hijo del hombre,
reverentes reposamos
delante de ti,
porque a través de lo que tú eres, somos nosotros”.
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