Que “había que abrir la economía” lo venimos escuchando desde junio por diferentes frentes de análisis. Andrés Aguirre, director del Hospital Pablo Tobón Uribe respalda la medida.
Tiene en su cabeza el mapa de los hospitales y clínicas, como presidente de la asociación colombiana del sector; tiene en su agenda diaria el manejo de la COVID-19; ha visto la tragedia en las camas de su hospital. Y con todo y eso está de acuerdo con la reapertura económica como remedio contra otro tipo de crisis que también cobra vidas: el hambre, el desempleo, el cierre de negocios, la violencia en casa. Cuarentenas y acordeones, dice, dejaron de ser vigentes.
“La sociedad tiene que aprender a vivir con la pandemia, sin extremismos”.
“La clave para el ciudadano es seguir el modelo de las tres ce: evitar lugares cerrados y concurridos y cercanía de otras personas. Y para las autoridades, seguir haciendo pruebas de detección y aislar a quien tenga el virus”
Hablamos y más hablamos de la COVID-19, pero ¿qué hay de la denominada pandemia paralela?
“El país se olvidó de los enfermos no COVID y de que por darles prioridad a unos, quedaron estos pacientes desatendidos, con enfermedades crónicas y tiemposensibles, como las oncológicas. Una mujer con una masa en el seno, que no se detecta o que no acude a consulta, porque se dijo que la prioridad es la COVID-19, tiende a empeorar su pronóstico”.
Hay estadísticas diarias de la COVID-19, ¿la pandemia paralela crece en silencio?
“No se midió y ya no se hizo. Como referencia, Estados Unidos midió el exceso de muertes inesperadas y encontró un incremento de una tercera parte por muertes no COVID. En Colombia no hay información fiable y creo que por razones de apariencia al público estos fenómenos se niegan. Por cuidar un fenómeno se descuidaron otros”.
¿Cómo manejó el Pablo Tobón Uribe ese reto de pacientes definidos como prioritarios y los no COVID?
“Decidimos que no podíamos suspender el programa de trasplantes de órganos sólidos. Significa restarles esperanza de vida a estos pacientes. Eso implicó crear ambientes separados y seguros para los pacientes COVID y no COVID, además de entrenar a las personas del hospital en medidas de protección”.
¿Se equivocó el Gobierno en darle prioridad a un sector de pacientes?
“Fue una suma de factores: las restricciones del Gobierno, pero también bajaron las consultas de pacientes por miedo a ir a hospitales; por las restricciones en el transporte, también por las aseguradoras, que no autorizaban citas con la disculpa de la pandemia”.
Ya empieza a asomar la recta final del año ¿Qué sigue?
“El país tiene que reabrir las actividades. La estrategia de cuarentena es de choque y funcionó para evitar la propagación y escalar las capacidades de los hospitales, pero se estaba convirtiendo en la única o la de mayor énfasis y está generando problemas económicos y de salud mental”.
¿Cómo la reapertura puede aumentar los contagios y afectar la disponibilidad de UCI?
“Reabrir las actividades impactará las UCI y esa es la pregunta: ¿El Gobierno cómo lo va a resolver? Las UCI salvan vidas, ¿cómo las mantendremos disponibles y sostenibles? Ya vimos que el Gobierno les pidió camas disponibles a los hospitales, sin tener cómo sostenerlas. Es como decirle a un piloto que siga volando por 10 mil kilómetros, pero que tiene gasolina para 5 mil y que debe poner voluntad”.
¿Cuáles son los costos y los retos de mantener una UCI por día?
“Se ha creado la opinión de que tener un ventilador es tener una UCI. Es importante, pero hay más equipos de respaldo y personas entrenadas. México tuvo mortalidad de pacientes atendidos por personal no entrenado con suficiencia. Una UCI cuesta $2.500.000 por día si está vacía y $4.200.000 si está ocupada. En Medellín, gracias al empresariado, se duplicaron los equipos, luego encontramos que no se tenía el personal. ¿Qué hará el Gobierno?
En contagios, ¿cómo manejar la reapertura?
“Es muy importante seguir haciendo pruebas de detección y aislar a quien tenga el virus. Y que la gente aprenda las normas de comportamiento, sin necesidad de que nos manden la Policía. La coerción no sirve, sancionar una mentira no crea una sociedad científica”.
Desde su visión como médico, ¿cómo debe ser la reapertura?
“Con prudencia, se puede seguir el modelo de las tres ce: evitar lugares cerrados y concurridos y cercanía de otras personas. Es tiempo de abrir restaurantes, también aeropuertos: con previa revisión de síntomas, las posibilidades de contagio son menores. La reapertura debe ser más rápida, estamos presenciando una crisis económica, que también genera muerte y violencia intrafamiliar”.
¿Lavado de manos, distanciamiento, mascarilla… sigue siendo tan simple?
“El virus y su tasa alta de contagio ya se han dejado conocer, pero es como decíamos: con una cogida de manos no se queda en embarazo. No es pasar por la calle y tener el virus. Por autoritarismos se han venido destruyendo empleos y la educación de los hijos. No es deseable enfermarse, pero ya sabemos quiénes son los más vulnerables, hay que abrir la economía para los demás”.
Los más vulnerables han manifestado su crisis por soledad, encierro, economía.
“A la gente hay que explicarle y advertirle, pero es la gente la que toma la decisión. Los mayores de 65 años, las personas con obesidad, diabetes, enfermedad renal y pulmonar previa, tienen mayor riesgo, pero si saben cómo protegerse, ¿por qué el confinamiento? Es un paternalismo que en el fondo es una dictadura. El Gobierno lo hizo bien: escondernos y ganar tiempo para resolver, pero no se podía perpetuar”.
El país superó la barrera de los 500.000 contagios. ¿A dónde vamos?
“Se esperaba que en esta época tuviéramos dos millones y medio de casos, así que no llegamos a un escenario apocalíptico. En lo que se equivoca el Gobierno es en competir por las mejores cifras. No hay que cuidar los números, hay que cuidar la economía. El éxito es que quien necesite UCI, la encuentre disponible; el peor fracaso es no tener muertes y destruir la economía, o viceversa. Hay que buscar un equilibrio”.
¿Tiene esperanzas con las vacunas?
“Soy un optimista prudente. El mundo tiene que ser cuidadoso y no llevar al mercado una vacuna que genere un evento adverso. Las vacunas requieren la prueba del tiempo y es necesario determinar cuántas dosis serán, cuánto se demorará en vacunar a toda la población, si habrá acaparamiento. La ciencia procede por verificación de hechos y no por deseos”.
También le puede interesar:
- “Se necesita que la gente no salga”: epidemióloga del CES
- “COVID-19 nos está enseñando una lección que, con suerte, no olvidaremos”: Omar Vesga, MD
- La vida de un intensivista en tiempos de pandemia
- ¿Qué significa que Colombia se acerque al medio millón de contagios por COVID-19?
“¿Pagos por muertes por COVID?: una patología mental
Como “patologías mentales que crean las pandemias” define el doctor Aguirre el mito de que los hospitales aumentan sus ingresos por muertes por COVID-19. “No recibimos dinero del Gobierno, los pagos provienen de los aseguradores y con procesos de auditoría.
Se cree que los hospitales nos encontramos la guaca y que hay un cartel del COVID-19, por una declaración desafortunada del Ministro de Salud. Todos esos mitos han despertado la agresividad ante hospitales y profesionales. Incluso
hay personas que no se dejan hospitalizar por miedo al tal cartel”.