/ Etcétera. Adriana Mejía
Son ellos: los Olímpicos de la Juventud, el Túnel Verde de Envigado y Teleantioquia.
Olímpicos de la Juventud. Del “sueño olímpico” que soñamos, despertamos de manera abrupta el 4 de julio, cuando el Comité Olímpico Internacional otorgó la sede de los juegos, para 2018, a Buenos Aires, por encima de Medellín y Glasgow. Medellín compitió con una excelente campaña que venía preparando desde los Juegos Suramericanos de 2010 y perdió. Porque en toda competencia, máxime si es deportiva, solo hay dos opciones: ganar y perder. Y para aceptar cualquiera de las dos se necesita humildad y grandeza. Sin eufemismos estilo Maturana: “perder es ganar un poco”, sin tender mantos de duda sobre el vencedor estilo director de Coldeportes (“hubo muchos movimientos que nos perjudicaron en los últimos dos días”), sin pararle bolas al jeque árabe. Teníamos las de ganar, pero, por alguna razón, perdimos. De nada sirve ahora, a pesar de la tristeza, respirar por la herida. Con o sin olimpiadas juveniles, de puertas para adentro Medellín sigue siendo la misma ciudad que, al tiempo que nos calienta el alma, nos arruga el corazón. A lo mejor lo sucedido en Lausana es un mensaje entre líneas del universo, para que la más innovadora, sus autoridades y sus habitantes iniciemos un período de introspección que nos permita encontrar salidas a tantos puntos negros (inseguridad, desempleo, pobreza…) que manchan la calidad del diario vivir de los ciudadanos de a pie. Oportunidades las habrá por montones.
Túnel Verde. Un pino, seis chiminangos y un gualanday después, llegó la medida cautelar del Tribunal Administrativo de Antioquia suspendiendo la tala de árboles en la carrera 43 A -programada para la construcción del tramo 2B del Metroplús-, en respuesta a una acción popular presentada por integrantes del Comité Protúnel Verde de Envigado. Y aunque la medida no es irrevocable, al menos estira la esperanza de quienes no aceptamos la destrucción del medio ambiente en aras del progreso. Es muy gratificante, por eso, el debate que se ha suscitado en torno a una arboleda de más de 500 individuos, teniendo en cuenta que hasta hace poco la protección de los mismos corría por cuenta de unos pocos “locos” a quienes nadie ponía atención. Pero ya el reinado se les acabó a quienes hacen del desarrollo un lucrativo negocio. Ya la clorofila tiene quienes la defiendan. Así sea de chispa retrasada; es inaudito que un proyecto del que se venía hablando desde 2005, solo haya tocado las conciencias en el último minuto. Ojalá sirva de experiencia a quienes dicen ser solidarios desde los sofás de sus casas. La responsabilidad de silenciar las motosierras también es suya. ¡A sacudirse la indiferencia y la comodidad!
Teleantioquia. Si hay algo confidencial en el ejercicio periodístico, además de las fuentes, son los consejos de redacción; lo sabemos desde la universidad. Se supone que quienes los conforman son profesionales idóneos y comprometidos. En dichas reuniones, que normalmente son semanales, se habla a “calzón quitao” de todo lo divino y lo humano. Se planea el trabajo, se ventilan chivas, exclusivas, se realizan autocríticas tenaces, se discuten propuestas, etcétera. Y se da por sentado que “lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas”. Por eso lo sucedido hace unos días a Juan Pablo Barrientos, exdirector de noticias de Teleantioquia -gracias a un sapo (uno, al menos) que se coló entre el grupo de compañeros del noticiero, lo grabó, llevó la grabación a un diputado quien, a su vez, la llevó a la gerente del Canal- es inaceptable por el lado que se le mire, sobre todo porque fue la propia gerente, una periodista de excelente trayectoria, la que, habiendo podido ponerle punto final al asunto, usó la prueba ilegal para llamar la atención a Barrientos por sus referencias altisonantes a los diputados de Antioquia. El mal está hecho, las investigaciones sobran. Explicaciones las habrá por cantidades, justificaciones, ninguna. Cuando la política y el periodismo se juntan…
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