No sé usted, pero la primera vez que yo escuché estas cuatro palabras mi mente me llevó a la época de la Inquisición y me imaginé un grupo de brujas en círculo, cumpliendo con algún extraño ritual, uniendo sus poderes y convocando a quién sabe qué fuerza con también quién sabe qué propósito. Se me hacía algo místico y lejano, algo en lo que según mi mente, yo no encajaría, así que nunca presté mucha atención cuando hablaban del tema.
En esta, la era del empoderamiento femenino, los círculos de mujeres se han vuelto encuentros comunes, tanto que se me llegó el día de presenciar uno. Volverme una practicante de yoga me ha abierto la mente a otras posibilidades, a otros mundos y a otras maneras, y un día sin pensar, ni planear, llegó esta manera a mi vida. Una amiga me llamó y dijo: “mañana hay círculo de mujeres con “la madre” y estás invitada, ya pagué todo, solo llega”. La madre es una mujer chamán que había podido conocer en un Temazcal al que habíamos ido hace poco, el primero de mi vida también, pero esa es otra historia.
Seguí un par de instrucciones que mi amiga me dio y me dispuse con mente abierta a vivir la experiencia. Fue en un jardín, varios mats unidos formaban un círculo y junto al puesto de la madre había algunos implementos que usaría para la práctica. No pudo ser así mi segunda vez, pues fue apenas hace un par de días, en plena cuarentena, así que este encuentro fue virtual y esta vez, quien dirigía no era una chamana, no una nombrada, sino una profesora de yoga; y si antes fue una invitación de un día para otro, esta vez fue un chispazo. Una historia en WhatsApp, un mensaje directo a Ishvari y un par de minutos después estaba siendo bienvenida a un círculo que llevaba ya tres encuentros.
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Y se estarán preguntando, pero entonces qué es un círculo de mujeres. Pues tal como me lo imaginé y tal vez se lo imaginó usted también, un grupo de brujas en círculo, invocando a unas fuerzas, para cumplir con un propósito común. Solo que las brujas de hoy no son como las de antes, o como las del imaginario colectivo al menos, las brujas de hoy somos mujeres que hemos reconocido, o estamos en camino de reconocer, un poder interior que nos acompaña y que a veces mantenemos oculto o bloqueado por miedo a la hoguera.
Y no es que hagamos que las cosas cambien de forma o creemos pociones de amor, bueno, no como en las historias de ficción. Las cosas cambian de forma porque entre nosotras nos ayudamos a darles otra mirada, y las pociones de amor que hacemos son de amor propio, nos encontramos para recordar amarnos a nosotras mismas, para recordarnos lo valiosas que somos, para recordarnos que no estamos solas y que eso que crees que solo te pasa a ti y que no cuentas por vergüenza o porque no lo entiendes, o por lo que sea, les pasa a muchas, y al compartirlo se hace más llevadero o le encuentras una solución. Además, las interpretaciones e historias de las otras te hacen de espejo y te dejan ver cosas de ti que no conocías o reconocías. Son encuentros para crecer, para abrazarse, para acompañarse.
Pero y qué pasa durante un encuentro de este tipo. Mis dos experiencias han sido para sanar nuestras ancestras femeninas, para sanar esas heridas que se han pasado de generación en generación y que inconscientemente afectan nuestro actuar día tras día. En ambas sesiones las energías de mi mamá, mi abuela, mi bisabuela y un largo linaje de mujeres de ahí hacia atrás fueron invitadas clave del encuentro. Hablé con ellas, me bendijeron, las honré. También conté cosas personales cuando me sentí cómoda y así mismo las otras asistentes; aprendí de mí, aprendí de ellas, también hubo abrazos, lágrimas y carcajadas.
En estos encuentros es usual que no conozcas a todas, tal vez no conozcas a nadie, pero también es usual que eso te sirva para abrirte con mayor tranquilidad. Nunca voy a olvidar a una chica del primer círculo al que fui que dijo que había sido capaz de contarnos cosas que en su familia, ni siquiera las mujeres, hubieran entendido o esa que había acabado de perder a su bebé. Fue tan doloroso y liberador para ellas poderse expresar, fue mágico. Esta es la magia del círculo.
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Y si aún no respondo tus preguntas, en Google seguro encontrarás montones de artículos con información más técnica; sin embargo, lo que pretende este texto es traerte, traernos a la reflexión en torno a la necesidad de que nos apoyemos unos a otros desde el amor reinterpretando las diferencias que nos separan y envuelven en conflictos.
En estos días circuló en las redes un reto, de mujer a mujer, vimos muchas fotos en blanco y negro y también invitaciones a abrazarnos, a no competir sino ser aliadas y hermanas, para eso son los círculos de mujeres, para materializar esos propósitos y que trasciendan la intención y la palabra y se vuelvan acciones. Escuchémonos, abracémonos, no nos juzguemos y dejemos que nuestros hijos e hijas vean este actuar, para que así, por observación, puedan aprender nuevas formas de relacionarse y tal vez la idea de un mundo mejor deje de ser un sueño.
Hagamos círculos de mujeres, hagamos círculos de hombres, hagamos círculos mixtos, hagamos encuentros de humanos reconociendo su humanidad y puliéndola para que resplandezca como la gema preciosa que es. Sanémonos adentro, para que sane todo afuera.
Por: Carol Jaramillo Hurtado
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