Los adultos mayores de 70 años se enfrentan a una dicotomía: aburrirse en casa y sentirse inútiles o arriesgar su salud en la calle.
Para el profesor Jonny Orejuela, jefe del departamento de Sicología de Eafit, el gobierno ha hecho un muy buen trabajo protegiendo la salud física de las personas, “pero se olvidó de la salud mental“.
Y si las personas menores de 70 años han visto cómo las medidas han creado ansiedad o depresión, los mayores, además, se han visto confinados en lo que el profesor Orejuela llama “una casa por cárcel“.
Un ejemplo es el de Daniel Samper Pizano que en una de sus columnas escribió que los mayores de 70 “estamos enjaulados por decreto“. El profesor Orejuela recuerda que este grupo poblacional aún tiene un nivel de actividad importante que les permite mantenerse activos, que les genera una vejez más saludable en cuanto a lo físico y lo mental.
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Uno de los grandes problemas de la vejez llega con la jubilación pues con ella, las personas sienten que son inútiles y que son relegados. Hoy, además, deben sumar el confinamiento: “el encierro hace que se sientan más excluídos de la sociedad“. Aparecen temas como el resentimiento social y condiciones como la ansiedad o la depresión que ya podían estar presentes por el solo hecho de envejecer pueden estarse agravando.
El confinamiento ha eliminado el contacto social algo que es esencial para las personas mayores pues el cambio de espacio entre el hogar y los lugares de socialización ayudan en temas de esparcimiento. Hoy, estas personas no ven más allá de la familia: “su interacción está completamente bloqueada”.
Otro de los elementos que han perdido es la rutina pues al no poder salir, no tienen un plan diferente y han empezado a vivir una vida completamente monótona. Ya no existe el ritual diario que marque una diferencia.
También hay que tener en cuenta que muchas personas de la tercera edad sufren maltrato en sus hogares porque “los ven como un estorbo”, dice el profesor Orejuela. De este modo, el irse para un parque o un café era la forma de escapar de esa situación y hoy no pueden hacerlo.
Su bienestar está profundamente ligado al nivel de interacción y hoy este es nulo. Todo esto puede desencadenar en depresión, alteraciones del sueño y en inmunosupresión, lo que es muy riesgoso pues los hace más vulnerables a las enfermedades.