Por todo lo anterior, la arepa también se ha convertido en símbolo de nuestra identidad regional y no es gratuito que en casi todas partes de Colombia cuando una arepa está en venta se ofrezca con el adjetivo de antioqueña. Pues bien, existe en nuestro país otra región donde profesan igual admiración por la arepa, pero no por la paisa, sino por la de ellos, la cual, debo reconocer, es absolutamente diferente y totalmente encantadora.
Tal y como lo he comentado en mis últimas columnas, en días pasados tuve el privilegio de viajar por La Guajira y posteriormente pasé a la más hermosa entre las hermosas: las tierras del Cesar, o mejor llamadas baja Guajira. Allí en todas sus poblaciones (Barrancas, Fonseca, San Juan del Cesar, Villanueva, etcétera) sus gentes desayunan cotidianamente con una arepa de maíz y queso de forma muy particular y por la cual sacan la cara de la misma manera que los paisas lo hacemos por la nuestra. Sin embargo, entre todas aquellas poblaciones existe una cuya fama es reconocida en toda la región: Urumita. Y no es para menos, en esta población las gentes hablan con un orgullo único sobre sus arepas, saben hacer arepas y por consiguiente preparan las más especiales y mejores arepas del Cesar y La Guajira. Así fui advertida: “Cuando desee comer una auténtica arepa del Cesar, tiene que entrar a Urumita”.
En algo tienen que influir el aire, el sol y el paisaje de aquella comarca sobre los productos básicos de aquella masa y además sobre el espíritu de las cocineras que las preparan. Un amanecer en la baja Guajira es algo difícil de describir. Desde los primeros despuntes del sol, bajo las sombras de mangos, ceibas o divi divis, en hornillas de carbón y sobre planchas de barro, las mujeres acomodan una bola de masa redonda y con altura (en forma de mojicón) y sobre hojas de almendro las porciones correspondientes a una, dos o tres arepas, las cuales asan a fuego medio sobre las hojas mencionadas. Se trata entonces de una masa de maíz blanco mezclada con un suave y cremoso queso que solo los pastos y el ganado de aquel prodigioso valle pueden producir.
Reconozco: arepas con masa de queso he comido desde que tengo uso de razón, pero una arepa tan especial y tan deliciosa ¡jamás! No voy a contar cuántas me apreté en una sola sentada; confieso sí que aquello que más he extrañado de esta región no son solo sus ama-neceres y atardeceres… son principalmente sus cocineras y sus arepas. Espero que el destino me depare la posibilidad de volver a probar las exclusivas arepas de Urumita.