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En cuanto al polifacético light, el asunto se aplica de igual manera, atreviéndome a considerar que este vocablo es utilizado con mayor desfachatez para ponerlo a todo aquel producto que asoma por primera vez al mercado o bien convirtiendo tradicionales viandas plenas de calorías en su versión original, en algo completamente contrario a la razón de ser del producto. ¿De cuándo acá crema de leche light? ¿Tocineta light? ¿Mantequilla light? ¿Hamburguesas light? Pero el colmo de los colmos es que este adjetivo entra a reforzar como “condecoración de calidad” productos que jamás fueron considerados pesados, o mejor dicho, causantes de robustez ¿De dónde sacan la estúpida propuesta de sushi light? ¿Acaso habrá algo más light que una alga marina? ¿Qué podrá significar soja light? ¿Vinagre light? ¿Arroz light? ¿Será que ya van a comercializar alpiste light para canarios? También existe agua light; seguramente pronto nos ofrecerán agua deshidratada. Indiscutiblemente la moda de cuerpo bonito y salud perfecta es algo que ha contribuido de manera contundente a la degeneración de los calificativos objetivos para los productos comestibles. El consumidor moderno no se preocupa para nada del buen sabor; su interés fundamental gira alrededor de la vanidad (su cuerpo) y la hipocondría (la enfermedad). No pretendo contradecir algo que tiene el peso de una aplanadora; pero deseo sí dejar en claro que pertenezco al reducido y excelso grupo de consumidores que por principio jamás compramos un producto con el “encanto de ser light”. Sin lugar a duda, el regodeo del saber gastronómico consiste en saber discernir entre lo bueno y dañino y lo sano y maluco; o en otras palabras, entre lo dañino light o gourmet maluco. | ||||||||||||||||||||||||||
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Gourmet y light
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