/ Elena María Molina
La facilidad es lo excepcional. La dificultad es parte esencial del quehacer. Es preciso entender la diferencia entre actuar y hacer. Actuar es repetir. Hacer y crear son actos que siempre van más allá de lo posible: son bellos. Crear va mas allá de lo conocido, es inspiración, es el aliento que nos penetra y nos genera sensaciones que movilizan el mundo interior. Pero actuar, ¡qué cosa!, es sentir la limitación de las capacidades. Como si el actuar fuera la dinámica de la reiteración.
La realidad se opone al crear y a las ideas. Por eso nos cuesta tanto, esfuerzo tras esfuerzo. Haga – repita – haga. Qué tal permitirnos crear, creer. En los procesos creativos lo importante es poner en marcha la obra y de ahí surge la inspiración, mientras más se dedica a lo que llega, más forma toma la obra. Aparece la interacción entre el creador y su obra, aceptación de la obra en las manos de quien crea, aceptación del creador de lo que la obra le va mostrando. Por eso crear re-crea gestos exactos, palabras precisas, sin que ningún pensamiento preceda o interfiera sobre lo que se va manifestando. ¡Qué sorpresa!, todo es tan fluido y espontáneo. Crear es la magia, actuar requiere del pensamiento previo.
Todo nos llega en el momento preciso. Este escrito quiere hacer el elogio a la inspiración, dejar de lado tantos esquemas y rigideces y abrirle espacios a esa magia que, si nosotros mismos lo permitimos, nos llega y guía, sin tener que pasar por el pre-juicio. Disponernos a recibir la inspiración, esta es la tremenda dificultad. Cuando lo logramos, podemos llegar a ser como Picasso, cuando reiteraba: “Yo no busco, yo encuentro”.
La inspiración está siempre disponible, y permite pasar de lo imposible al milagro de lo fácil. Y si lo que nos propone este tiempo es un cambio de consciencia, una elevación del ser en una dinámica más fluida, menos apegada a esquemas que deterioran la calidad de vida, es propicio abandonar esfuerzos y dificultades, dejar de lado la tensión para entrar en lo espontáneo de la inspiración. Crear.
¡Qué problema para nosotros zafarnos de tanta rigidez! Hay que abandonar los viejos esquemas y darle la bienvenida al milagro. Actuar es dificultad; permitir que la inspiración nos acompañe es un imposible que raya con el milagro, y ahora ¡hay que pedirlo!, este es el primer paso para permitir que aparezca, para que llegue, para ser generador de nuevos estados interiores.
Nuestra responsabilidad es crear. A eso vinimos, no a repetir. Nos creamos y recreamos el mundo en que vivimos, estos tiempos exigen despertar sin dejarnos arrastrar por el pesimismo. Estar atentos a nosotros mismos. Devenir con la pregunta siempre presente: ¿A quién obedecemos: a la repetición que el pensamiento impone, o a la inspiración que crea y re-crea? Escuchar la realidad de las situaciones y saber decir “no” a lo que no es justo. Ajustarse entre el actuar y el crear… he ahí el reto que se nos presenta.
Nota: Mantenernos alerta con nosotros mismos… ¡qué difícil hacer realidad la inspiración!
La prueba: este artículo.
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