/ Elena María Molina
El hombre, que es inquieto por naturaleza, se pregunta por su devenir. Preguntas que revelan su ser y sus anhelos. Siempre con la ilusión y la esperanza de ser feliz. Y ese “ser feliz” está lleno de interrogantes acerca de la salud, las relaciones, el trabajo, el dinero, los viajes, un sinnúmero de expectativas que van cambiando con la edad y las experiencias personales.
Siento que la felicidad es una virtud a conquistar, que reposa sobre el eje de los logros exteriores, y constato que la felicidad es un estado interior. Los sabios, esos seres que se mantienen impasibles a través del camino y deben su naturaleza a esa fe que les mantiene en el día a día, saben que cada cosa tiene su tiempo y que cada evento tiene un sentido, que parece incomprensible muchas veces, pero es real en todo caso. Lo que veo en ellos es un llamado a entender que el mundo jamás será como lo soñamos, como lo esperamos y que la felicidad la encontraremos caminando, en el camino.
La felicidad es el “buen augurio”, es la disposición de los dioses hacia las personas. Y ahora hay que pensarla como una disposición del ser humano interior hacia los dioses y hacia su vida cotidiana. Un buen amigo me dice que “un alma dichosa crea un mundo dichoso” y eso sí que es un buen augurio.
Por eso para el año 2013 no hay que esperar situaciones ni estados ideales, necesitamos tener una apertura positiva hacia los dioses, para que ellos se dispongan bien hacia los hombres: es decir, hacia ese estado interior que se genera cuando se escucha al espíritu y este se abre. Se abre al amor. A amar y ser amado. ¡Fácil decirlo! Imposible alcanzarlo totalmente, por lo volátiles que son los sentimientos, para no entrar en el terreno movedizo de las emociones. Tenemos tantos previos alimentados por imágenes, por fantasmas, por recuerdos, por discursos, por palabras, por deseos secretos, por intereses, que nadie podrá colmar nuestra necesidad infinita de amor.
Mi mí, tu tú: nosotros. ¡Qué sinfonía¡ Sinfonía que nos hace sentirnos vivos y existir. El amor nos llena de valores interiores. Somos mejores personas cuando amamos.
Por mi trabajo, que es mi pasión, leo bastante acerca de lo que dicen los prudentes sobre el devenir del hombre en el año 2013, y me encantó un artículo sobre lo que nos espera a partir de esos tres días de las noches más oscuras y más largas del año, del 22 al 25 de diciembre, y que coinciden con la llegada de la Navidad: nos espera el nacimiento del hombre amoroso.
El hombre amoroso es aquel que sabe que este tiempo no es un final sino el inicio de una nueva era, es aquel que reconoce como principios el respeto por la diferencia, el amor y por la tierra y considera pasar a una economía con base en la solidaridad.
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