Hay alimentos que nos nutren, dan vitalidad y son medicina; y hay comestibles que nos vuelven adictos, enferman y envenenan, que cobran la vida de 11 millones de personas al año.
¿Puede ser la gastronomía un motor de cambio?
Sí, pero debemos “cambiar el chip” y re-imaginar nuevas y mejores posibilidades para un sistema alimentario responsable y sustentable. Albert Einstein dijo una vez que ningún problema se podía resolver desde el mismo nivel de conciencia que lo había creado. Aquí les dejo estas semillas de cambio:
- Desalimentos por alimentos: hay que entender que hay alimentos que nos nutren, dan vitalidad y son medicina; y hay comestibles que nos vuelven adictos, enferman y envenenan. Los desalimentos son comestibles ultraprocesados enfocados en densidad calórica, es decir, altos en azúcar, aceites inadecuados, sodio y muy bajos en fibra, una composición “innatural”, inflamatoria y devastadora que cobra la vida de 11 millones de personas al año.
- Agricultura extractiva por regenerativa: en la era de la revolución verde se establecieron políticas agrarias para incentivar altos rendimientos de calorías por hectárea sembrada. Así nacen los monocultivos, que se traducen en ultraprocesados y que hacen que el sistema alimentario sea responsable de una tercera parte de los gases de efecto invernadero. Su contrapartida es la agricultura regenerativa, un manejo de tierras sistémico donde la biodiversidad, el resguardo de fuentes de agua, la recuperación del suelo y el manejo circular de animales de pastoreo y microorganismos, incrementan la capacidad de secuestrar Co2 y potenciar los servicios ecosistémicos.
- Monocultura por pluricultura: ¿Sabían que dos terceras partes del alimento del mundo proviene de solo cuatro cultivos? Soya, maíz, arroz y trigo. La homogeneización del alimento y su relación con lo cultural nos está haciendo olvidar alimentos que quizás tengan el poder de resistir sequías, inundaciones y plagas, algo que vamos a necesitar en un futuro cercano. También nos está privando de escuchar las voces de culturas milenarias que han sabido trabajar la tierra en condiciones que para muchos serían extremas e inviables.
A base de plantas por centrado en plantas: Según el reporte de EAT-Lancet Commission, cambiando la forma en que comemos, se podría salvar el planeta de la crisis climática. La dieta de salud planetaria es un modelo de alimentación centrado en plantas, no basado en plantas, que tiene en cuenta la evidencia científica en temas de nutrición y sostenibilidad.
Dentro de sus recomendaciones sugiere duplicar el consumo de vegetales, frutas, nueces y granos enteros y reducir a la mitad alimentos de origen animal y azúcares.
En conclusión, debemos entender que lo que comemos, o dejamos de comer, es un acto político y de trascendencia, no solo para nuestro cuerpo, sino también para nuestro entorno.