La máxima actividad hepática sucede entre 1 y 3 a.m. Es intensa la síntesis de proteínas y la transformación de la glucosa. Por eso quien ha ingerido una comida copiosa, se despierta a esa hora.
El órgano que más trabaja en las fiestas es el hígado. Casi todo lo que comemos es destruido en la boca y el estómago y es absorbido por las venas intestinales para llegar al gigante del metabolismo. El hígado también participa en la función catabólica o destructiva a través de la bilis y cuando le llega la sangre cargada de nutrientes, inicia un proceso de transformación y reconstrucción que llamamos anabolismo.
Los antiguos chinos describieron una cronobiología para los órganos. El proceso se inicia con el despertar: entre 3 y 5 a.m. es la máxima actividad del pulmón y le sigue su órgano acoplado, el intestino grueso; una buena salud digestiva conlleva evacuar entre 5 y 7 a.m. En la noche son intensos los procesos anabólicos, de crecimiento y regeneración. Los niños crecen en la noche. Para los chinos la máxima actividad hepática sucede entre 1 y 3 a.m. Es intensa la síntesis de proteínas, la transformación de la glucosa en glucógeno, la inducción de precursores hormonales y es frecuente que quien ha ingerido una comida copiosa en la noche, se despierte a esa hora.
¿Cómo le ayudamos al hígado a realizar su trabajo y a desintoxicarse? En mi formación médica solo escuché hablar de antihistamínicos o esteroides para suprimir una reacción alérgica (urticaria) a un fármaco, a un alimento o a un veneno. Pero las medidas para depurar el hígado no se enseñan. Es la cenicienta del organismo. Es un órgano con una gran reserva funcional y no da signos propios sino en las afecciones severas. El ritmo del hígado es el ritmo del cuerpo vital: un ritmo lunar, como el de los procesos reproductivos. Por eso los procesos de desintoxicación deben durar al menos un mes.
Por la fisiología oriental sabemos que cada órgano sólido es estimulado por un sabor. El salado nutre al riñón, el ácido-agrio al hígado, el amargo al corazón, el picante al pulmón y el dulce al bazo-páncreas. Noten que cuando el órgano está muy afectado ya no tolera su propio sabor. Empezar el día con agua de limón (de medio a un limón en un vaso de agua) es un regalo para el hígado.
Y luego comer una fruta. Si queremos hacer una buena desintoxicación, es útil, entre muchas opciones, hacer un semiayuno de frutas. Escoger las tropicales y no fumigadas y consumirlas todo el día, con abundante agua de limón y agua pura.
Conviene depurar con té verde o té de plantas amargas. El sabor amargo fortalece el corazón y drena al hígado. En un litro de agua, cocinar una cucharada sopera de boldo o de salvia y tomar tres pocillos al día con limón o naranja. Al fin del día puede haber un caldo de vegetales, caliente y con poca sal. Y tu hígado estará muy contento. Esto se puede repetir cada tres meses.