Pronto habrá más ventanas quebradas y la sensación de anarquía, de que cualquier cosa puede hacerse, se extenderá del edificio a la calle, luego al barrio y finalmente a la ciudad entera. En un ambiente de estos, dice la teoría, es mucho más probable que haya alta criminalidad y vandalismo. Personas que en condiciones normales tendrían un comportamiento ajustado a las normas se sienten empoderadas -como se dice hoy- para cometer infracciones pequeñas como tirar basuras a la calle, pasar semáforos en rojo, destruir señales de tránsito o incluso llevárselas para la casa. Esto lo hace aún gente “muy educada” en el sentido académico, gente que es bachiller, profesional o con títulos de postgrado. Y -sigue la teoría- entre este ambiente de tolerancia con las cosas pequeñas y un ambiente de alta inseguridad y criminalidad solo hay un pequeño paso. Dicho de otra manera, si se reparan rápidamente los daños y se controlan estrictamente las infracciones pequeñas, con toda probabilidad la gente respetará más la propiedad pública y se cometerán menos crímenes mayores Como resultado, la comunidad vivirá más segura y tranquila. En nuestra ciudad el tema de moda es la educación. Por un lado está la Alcaldía con sus exitosas y admirables campañas de nuevas escuelas y bibliotecas y su programa para que Medellín sea “la más educada”. Y por el otro la Gobernación buscando que al final de la próxima década -¡ya casi!- Antioquia sea conocida como “la mejor esquina de América”. ¡Wow! Es evidente que ambas administraciones están haciendo lo que está a su alcance para que el mayor número posible de niños y jóvenes vayan al colegio y se vuelvan bachilleres y eventualmente se gradúen como profesionales. Obviamente, un primer beneficio fundamental es que no estarán perdiendo el tiempo al menos hasta los 18 años. Y que aumentarán sus posibilidades de empleo al final de su ciclo educativo. Estamos mejorando en la parte académica, excelente. Es un paso necesario, pero no suficiente. Porque no se está haciendo gran cosa en cultura ciudadana. Salvo el Metro, en la ciudad seguimos llenos de “ventanas quebradas”. Señales de tránsito vandalizadas, barreras metálicas destruidas, bocas de alcantarillas taponadas o sin reja, lotes enmalezados sin control, muros pintados por doquier, aceras inexistentes o llenas de huecos, etcétera. Pasan años y años sin ser reparadas. La percepción inevitable es que a nadie le importa. Y por otro lado, nuestras autoridades han sido tradicionalmente muy laxas en controlar infracciones menores (de tránsito, de vandalismo, de convivencia ciudadana), pues al parecer prefieren reservarse para los crímenes importantes. ¡Hagan lo que quieran señores, estamos muy ocupados! Mientras no implantemos una cultura de real respeto a las normas pequeñas en la ciudad, vámonos olvidando de que nuestra ciudad será ni la más educada ni la mejor esquina de ninguna parte. | ||
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La teoría de la ventana quebrada
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