La nueva generación de jugadoras, todas menores de 25 años, se pasea con éxito por las ligas de voleibol Europa y en Brasil, como Amanda Coneo, que hace parte del poderoso RC Cannes.
Hace unos días vivimos un momento nostálgico: las lágrimas de las mujeres del equipo colombiano de voleibol, tras perder la opción de ir a Tokio-2020. Las colombianas, que se quedaron a dos sets de ir por primera vez a unos Juegos Olímpicos, lloraron su derrota a manos de Argentina, una selección que fue a Río-2016, con tres mundiales de mayores en su mochila y con una liga que tiene 25 años de antigüedad. Colombia, con solo viajes a mundiales juveniles y una nula experiencia en mayores, aún masculla su caída.
Y pese a que se dijo a saciar que el objetivo es Paris-2024, la eliminación no deja de doler. Y no por la derrota (que se vio evitable por el nivel mostrado en Panamericanos y en el mismo Preolímpico), más por el panorama gris del voley local, que contrasta con el alto nivel de sus jugadoras.
La nueva generación de Amanda Coneo, Margarita Martínez, Dayana Segovia, Yeisy Soto y Maria Alejandra Marín, todas menores de 25 años, se pasea con éxito por las ligas de Europa y en Brasil. Amanda hace parte del poderoso RC Cannes (Francia), equipo de Champions League, mientras que Martínez, Soto y Segovia compiten en la primera división francesa. Y eso que estar en Europa no es nuevo: la saliente generación marcó hitos, como el récord de puntos en un partido de Madelaynne Montaño (53, jugando Corea del Sur en 2011) o los 15 años en el exterior de Lorena Zuleta.
¿Qué cambio? Antonio Rizzola. El brasileño que llegó hace tres años al país encaminó a esta nueva generación con un gran trabajo mental y de equipo. Su proceso logró un título suramericano y medallas en juegos regionales. Hoy, la ilusión de que este equipo joven pueda ser olímpico en 2024.
Ahora, las dudas son muchas y las expresó el mismo Rizzola: no hay liga profesional, los dirigentes solo esperan recursos públicos y las roscas son un mal casi permanente. Y uno más: a Rizzola se lo puede llevar otro país, solo poniendo un par de pesos más.
En nuestra historia, solo dos deportes de conjunto han llegado a Juegos: el fútbol masculino (1968, 72, 80, 92 y 2016) y femenino (2012 y 16) y el rugby femenino (2016). Baloncesto, béisbol, sóftbol, balonmano, polo acuático tampoco han llegado. De estos solo el béisbol (profesional) y el baloncesto (semi) tiene ligas locales. Los otros se mantienen a punta de torneos departamentales. Y por ejemplo, la Liga Antioqueña (con tres jugadoras en selección) fue desmantelada y apenas vuelve de una quiebra.
Tareas hay muchas, empezando por quitarnos ese velo de inferioridad. Talento hay, biotipo también. ¿Qué queda? Organizar la casa, retener el talento, sumar apoyo privado y empezar a cosechar resultados. Y que las lágrimas sean de alegría, no de tristeza.